En Nueva York, el Empire State Building, uno de los rascacielos más conocidos del mundo por su importancia histórica y arquitectónica, enfrentó un problema significativo: su excesivo consumo de energía, comparable al de 40.000 viviendas residenciales. Para abordar esta cuestión, hace más de una década los propietarios implementaron una serie de transformaciones energéticas enfocadas en la eficiencia. Entre estas mejoras se incluyeron la renovación de ventanas, la optimización de la iluminación, el mejoramiento del aislamiento y la instalación de un nuevo sistema de gestión energética. Como resultado de estas intervenciones, el edificio redujo sus emisiones de carbono en un 40% en los subsiguientes 10 años. Desde 2011, el Empire State ha operado exclusivamente con energía renovable. Pero, ¿cómo podemos, desde nuestras casas, emularlo para contribuir a un futuro más verde y sustentable?
¿Qué es la descarbonización?
Desde el 29 de marzo de 2019, hemos cruzado el umbral de las 410 ppm (partes por millón) de CO2, una cifra alarmante que ha llevado a incrementos en el nivel del mar y la temperatura global. Frente a este desafío, la descarbonización emerge como una solución tangible, alentando el uso de energías renovables y la eficiencia energética para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
La idea de descarbonizar nuestras casas podría, a primera vista, parecer una ambición lejana, tal vez reservada exclusivamente para aquellos inmersos en el mundo de la tecnología verde o para los ambientalistas más fervientes. No obstante, la descarbonización, que significa eliminar o reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) liberadas a nuestra atmósfera, es una tarea que comienza en el núcleo mismo de nuestras vidas: nuestros hogares. Lejos de ser un campo de acción exclusivo de expertos, la posibilidad de contribuir al bienestar del planeta se extiende a cada una de las decisiones cotidianas que tomamos en el hogar.
Desde ajustes menores hasta transformaciones más profundas, existen diversas áreas en las que podemos hacer una diferencia significativa: desde el tipo de luces a la elección de electrodomésticos, todos podemos contribuir a una reducción significativa de nuestra huella de carbono personal y colectiva. La clave está en comprender que, si bien ningún acto individual detendrá el calentamiento global, la suma de pequeñas acciones puede marcar una diferencia palpable.
¿Cómo puedes descarbonizar tu hogar?
La eficiencia energética se sitúa en el escalón inicial de este camino hacia una vivienda más respetuosa con el medio ambiente. Empezar por aislar adecuadamente nuestra casa es un paso fundamental; por ejemplo, el aislamiento térmico puede reducir la demanda de energía para calefacción y refrigeración hasta en un 50%, según el Departamento de Energía de Estados Unidos. Esto se debe a que un buen aislamiento mantiene el calor durante el invierno y fuera durante el verano, lo que directamente disminuye la necesidad de utilizar sistemas de calefacción o aire acondicionado. Por otra parte, elegir ventanas y puertas de alto rendimiento no solo optimiza este efecto, sino que también puede mejorar hasta un 30% la eficiencia energética del hogar, gracias a innovaciones tales como el doble acristalamiento o los marcos con rotura de puente térmico, que minimizan la pérdida de calor.
Asimismo, la elección de electrodomésticos de bajo consumo es crucial en la reducción de la huella de carbono doméstica. Los electrodomésticos eficientes, identificados frecuentemente con el sello Energy Star, consumen entre un 10% y un 50% menos de energía que sus contrapartes estándar. Por ejemplo, un refrigerador con certificación Energy Star puede ahorrar hasta 300 kilovatios por hora por año en comparación con modelos antiguos, lo que equivale a reducir aproximadamente 200 kilos de emisión de CO2, teniendo en cuenta la mezcla promedio de generación de energía eléctrica en países como Estados Unidos. Adoptar estos aparatos, por ende, no solo repercute de manera positiva en el gasto energético —y, por consiguiente, económico— de los hogares, sino también en sus emisiones asociadas.
Por otro lado, la energía renovable se presenta como una poderosa aliada. Pasar a fuentes de energía limpias, como el solar o el eólico, no solo disminuye nuestra huella de carbono, sino que también puede traducirse en ahorros significativos a largo plazo. La energía geotérmica y los esfuerzos por hacer nuestra casa totalmente eléctrica complementan esta transición a una vida más ecológica.
En una ciudad, esto es una tarea desafiante debido a las limitaciones de espacio y a las restricciones arquitectónicas o urbanísticas. Sin embargo, hay diversas formas prácticas para contribuir a la transición energética. Los paneles solares, por ejemplo, pueden instalarse en los techos de casas unifamiliares, edificios de apartamentos, o incluso en paredes que reciban suficiente luz solar directa durante el día.
Adicionalmente, para aquellos en áreas urbanas donde la instalación de sistemas eólicos o geotérmicos no es factible, el cambio hacia una casa totalmente eléctrica emerge como una estrategia efectiva. Esto implica la sustitución de sistemas que utilizan combustibles fósiles (como calefacción a gas natural) por alternativas eléctricas de alta eficiencia, tales como bombas de calor para la climatización y calentadores de agua, así como cocinas de inducción.
¿Cuál es el impacto de una casa descarbonizada?
Más allá del ahorro personal, la descarbonización de nuestros hogares tiene un impacto profundo en la lucha contra el cambio climático. Contribuye a cumplir con objetivos globales como los del Acuerdo de París, y afronta la creciente crisis climática de una manera práctica y personal.
El Acuerdo de París establece metas ambiciosas para limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2°C por encima de los niveles preindustriales, y en lo posible restringir el incremento a 1,5°C. Para alcanzar estos objetivos, se requiere una transformación significativa en cómo generamos y consumimos energía. La descarbonización de los hogares, por tanto, no es sólo una cuestión de preferencia individual o ahorro económico, sino una componente esencial en este esfuerzo colectivo.
Además, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y aumentar la adopción de energías limpias disminuye la emisión de gases invernadero, acercando a las comunidades y a los países a las metas establecidas por el acuerdo. En este sentido, cada acción cuenta.
Además, la implementación de materiales de bajo contenido de carbono en la construcción y remodelación de hogares no solo reduce las emisiones operativas del edificio sino también su carbono incorporado. Materiales que secuestran carbono, como la madera laminada cruzada (CLT), no solo son sostenibles, sino que también capturan CO2.
¿Por qué es importante pensar en la descarbonización del hogar?
Vivimos en un punto de inflexión. Cada acción que tomamos hoy tiene el potencial de impactar significativamente el futuro de nuestro planeta. Decarbonizar nuestros hogares no es solo una respuesta a la crisis climática: es una inversión en nuestra calidad de vida y en la de las próximas generaciones. Es un acto de responsabilidad y esperanza, una prueba tangible de que el futuro sostenible que anhelamos no solo es posible, sino que está al alcance de nuestra mano.
La transformación energética del Empire State Building demuestra que estructuras incluso tan emblemáticas y antiguas pueden evolucionar hacia la sostenibilidad. El camino hacia una casa cero emisiones no es solo deseable; es absolutamente esencial. Con acciones como la mejora de la eficiencia energética, la adopción de energías renovables y la selección consciente de materiales de construcción, estamos dando pasos gigantes hacia la vida sostenible que nuestro planeta requiere urgentemente.
Texto original de Infobae
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