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El año 2023 ha sido difícil para el bolsillo de los argentinos, con una inflación superior al 140% anual, una caída de 5,5% en el salario real en los primeros nueve meses del año, una moneda local que perdió entre la mitad y el 60% de su valor frente al dólar estadounidense, dependiendo del tipo de cambio que se mire.
Y ya venían de un 2022 que tampoco había sido favorable.
El gobierno lo atribuye a la falta de dólares en el país, tanto para afrontar pagos como para acumular reservas que le permitan defender el valor de su moneda.
Independientemente de quién gane este domingo las elecciones, todo indica que el próximo presidente de Argentina tendrá mejores ingresos en las arcas del Estado en 2024.
“El año que viene, la balanza comercial argentina puede aumentar en unos US$25.000 millones” a favor del país sudamericano por mayores exportaciones, dijo a BBC Mundo el economista argentino Miguel Kiguel.
Antes de que empiecen a fluir esos ingresos por exportaciones se espera que la economía argentina decaiga aún más, con una posible aceleración inflacionaria, pero los granos, los combustibles y el litio ofrecen tres buenas noticias a medio plazo para quien sea presidente.
Producción agrícola
Considerada uno de los mayores graneros del mundo, Argentina cuenta con vastas extensiones de tierra donde se cultivan soja, maíz y trigo, principalmente, cuyo mayor destino es la exportación.
Dos de cada tres dólares que ingresaron al país en 2022 fueron por exportaciones relacionadas con el sector agroalimentario.
Como la venta de estos granos al extranjero está fuertemente gravada, la agricultura nutre de cuantiosas divisas a las arcas estatales cada año.
Pero para la cosecha 2022/2023 (que va de mitad a mitad de cada año) Argentina registró una de las peores sequías de su historia, lo que redujo sustancialmente la producción y, como consecuencia, el ingreso de dinero a la economía sudamericana.
Esto comenzó a revertirse en el segundo semestre de 2023, cuando finalizó el fenómeno meteorológico de La Niña -que provocó la sequía- y dio paso a El Niño, un período en el que predominan las lluvias en esa zona del mundo.
La Bolsa de Comercio de Rosario, ubicada en el interior argentino y especializada en productos agropecuarios, estima que en la zafra 2023/2024 se cosechen 136 millones de toneladas de granos en Argentina, mejorando en mucho los 80 millones de toneladas del año agrícola anterior.
“Llevado a dólares nos da una estimación de que las exportaciones alcancen los US$34.300 millones”, dijo a BBC Mundo Franco Ramseyer, analista de mercados de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Esa cifra agrega casi US$10.000 millones a las exportaciones de la campaña previa.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires tiene proyecciones similares y afirma que el sector reportará US$14.000 millones a las arcas del Estado, 50% más que un año antes.
“Estamos frente a una cosecha razonable, que no va a ser la mejor porque tenemos todo un entorno macroeconómico y demás que ha hecho que muchos no desplieguen su potencial, pero no va a ser mala la cosecha”, dijo el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, José Martins, al presentar las proyecciones en septiembre.
Ramseyer señaló que, “de concretarse la mejora -porque todavía no se materializó- sería un aporte importante para recomponer las reservas internacionales”.
El Banco Central cuenta con reservas de unos US$20.900 millones, US$24.000 millones menos que al cierre de 2022, de acuerdo a cifras oficiales, y el saldo neto al descontar sus pasivos (deudas) es negativo en US$10.600 millones, de acuerdo a estimaciones de la consultora Ecolatina.
Cambio en la ecuación de hidrocarburos
Hasta el año pasado, Argentina era un importador neto de hidrocarburos -gas y petróleo- porque, más allá de que contaba con una buena cantidad de estos recursos naturales, no eran suficientes para abastecer la demanda interna.
La finalización este año de obras en el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, en el oeste del país, permitió que el país aumentara la producción de gas y petróleo y que la ecuación pase a ser de equilibrio en 2023 y de superávit comercial energético en 2024, es decir, mayores exportaciones que importaciones de estos combustibles.
Según la secretaria de Energía, Flavia Royón, en 2024 habrá un superávit de la balanza comercial energética de US$3.700 millones, mientras que en 2022 el saldo era negativo en US$4.400 millones.
El director de la consultora Economía y Energía, Nicolás Arceo, dijo a BBC Mundo que sus estimaciones son algo más conservadoras -espera que el superávit de la balanza comercial energética se ubique en US$2.500 millones el año próximo- pero coincide en señalar que la transformación del sector tendrá un impacto positivo en la necesidad de divisas del país.
“Ya sean US$2.500 o US$3.700 millones, lo que marca es un cambio estructural en el sector, que fue crónicamente deficitario desde mediados de la primera década del siglo XXI y que se va a convertir en un sector superavitario en términos comerciales a lo largo de la próxima década”, explicó.
“Hay una larga discusión de si el problema de la economía argentina es fiscal o externo. Me inclino más por el externo y, en ese sentido, el aumento de las exportaciones del sector hidrocarburífero va a ser determinante para morigerar [reducir] la restricción externa a lo largo de la próxima década”, señaló.
Arceo dijo que el impacto de la ampliación de la red de gasoductos en Argentina se verá “con toda su intensidad” en el invierno austral próximo y que eso no solo supondrá la sustitución de importaciones de gas natural licuado sino también una menor importación de combustibles líquidos, en particular de gasoil para el sistema de generación de electricidad.
Extracción de litio
Argentina tiene una de las mayores reservas mundiales de litio, un mineral utilizado en la fabricación de baterías que ahora es altamente demandado por la industria de automóviles eléctricos, y es el cuarto productor mundial después de Australia, Chile y China.
“La industria del litio en Argentina está atrayendo en este momento una inversión muy importante”, explicó Patricia Vásquez, investigadora del centro de estudios Wilson Center en Estados Unidos.
Además de los dos proyectos de explotación que ya existían, a mediados de este año inició operaciones un tercero que prevé producir 40.000 toneladas en 2024, lo que representará exportaciones adicionales para el país por unos US$820 millones si su precio en el mercado internacional se mantiene.
Otros dos proyectos anunciaron el inicio de producción en 2024 y, en total, la industria prevé pasar de exportar 37.500 toneladas a 141.500. Eso significa ingresos adicionales por más de US$2.100 millones en el año.
De todas formas, la investigadora matiza el impacto de estas nuevas exportaciones en el total de la economía.
“El litio es un sector que es bienvenido para una economía como la argentina, a la que le viene bien cualquier ingreso, pero tampoco es lo que va a salvar al país”, dijo Vásquez.
¿Falta de dólares o elevado gasto público?
En el centro del debate sobre los desafíos económicos persiste la discusión sobre dónde está realmente la clave para atajar la crisis: un mayor ingreso de divisas al país, como subraya Massa, o un profundo recorte del gasto fiscal, como remarca Milei.
“La economía argentina es disfuncional y tiene muchos problemas, pero para mí el nudo central es que no tiene reservas, y por eso el mercado espera una devaluación y hay una inflación muy alta”, dijo Kiguel.
El economista prevé que el ingreso superior de divisas en 2024 será utilizado para pagar deudas de importaciones que tiene el país.
El Banco Central de Argentina proyectó un superávit comercial de US$22.400 millones para 2024, cifra que se iría incrementando hasta casi US$42.000 millones en 2030.
Si ese pronóstico se cumple, el mercado argentino tendrá más dólares y el país estará en una mejor posición para enfrentar sus desafíos económicos.
Sin embargo, no todos creen que la clave está en un mayor flujo de divisas.
El economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Juan Luis Bour, cree que el problema no está en la balanza comercial, como ha dicho el gobierno, sino en el gasto público, y que el próximo gobierno deberá hacer un ajuste fiscal.
“Esa es una típica mirada de quien tiene a su cargo una economía del cepo [restricciones cambiarias] donde todo el problema de la economía argentina se resuelve consiguiendo unos cuantos dólares para repartirlos con cierta discrecionalidad, para mantener bajo control el tipo de cambio, etcétera. Son todas medidas opuestas a una sana política económica”, indicó Bour a BBC Mundo.
“Si bien Argentina tiene algunos sectores que van a rebotar el año próximo y otros que pueden tener crecimiento respecto de años anteriores, es probable que estos sectores no alcancen porque la mayor parte de la economía es servicios e industria, y probablemente la mayoría va a estar cayendo durante el año próximo como parte de un proceso de ajuste para evitar uno hiperinflacionario”, vaticinó.
Probablemente, dicen algunos analistas, una combinación entre mayores ingresos fiscales provenientes de las exportaciones y una disminución del gasto público le ayude al próximo mandatario a estabilizar las finanzas.
No será fácil llegue quien llegue a la Casa Rosada. Pero al menos no todo son malas noticias a medio plazo.
Con información de BBC Mundo
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