Mohamed, uno de los refugiados hispano-palestinos retornados a España huyendo de la guerra entre Israel y Hamás, afronta su nueva vida con la «incertidumbre y preocupación» por quienes dejó «atrás» en Gaza, donde «prácticamente ya no queda nada».
Ya no quedan ni casas, ni trabajos, ni barrios, ni universidades, ni escuelas, ni mezquitas, ni iglesias, ni agua, ni luz, ni internet… y falta mucha gente», relata Mohamed -nombre ficticio que usa por «precaución»- en un encuentro con medios de comunicación, este lunes, en la ciudad de Bilbao (norte de España).
Junto a él, otros 25 hispano-palestinos evacuados de Gaza, la mitad de ellos menores, llegaron el pasado viernes a la región española del País Vasco.
Mohamed viajó con su familia, aunque «atrás» ha dejado a su madre, que espera que salga hoy mismo de la zona, además de otros allegados, amigos, compañeros… «Dejamos a los que quedaron vivos», explica.
También atrás quedó su casa, «destrozada» por el lanzamiento de un misil, y su barrio, «hecho escombros».
Un día, al regresar a casa tras una jornada de trabajo, «no reconocí mi zona, estaba por los suelos» y «las dos universidades donde estudiaban mis hijos están destrozadas», detalla Mohamed.
Pese a ello, considera que él y su familia han sido «afortunados» porque están «vivos» y han conseguido salir de Gaza y disponer de un sitio donde estar, después de un mes pendientes de ser evacuados del enclave y de afrontar un proceso de «pesadilla».
Con «el corazón partido», Mohamed señala que no había «más alternativa» que salir de Gaza, pensando en «la gente que quieres».
Algunos mayores, dice, defienden que «si tienen que morir en Gaza, morirán en Gaza», pero cuando se tiene hijos hay que darles «una oportunidad de futuro».
Nadie tiene claro qué va a pasar en este conflicto que considera «una cosa personal contra los palestinos» del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que «está haciendo lo que tenía ganas de hacer»: la «destrucción» de «cualquier zona de Gaza donde la gente pueda vivir».
Tras su acogimiento temporal en el País Vasco, Mohamed y su familia afrontan el «difícil» reto de «empezar de nuevo» en España. Aunque se desee volver, ahora Gaza «es un sitio donde no se puede vivir», señala.
En su orden de prioridades y tras poner a los suyos a salvo de «la barbarie», se encuentran realizar los trámites administrativos necesarios para su estancia en España, que sus hijos aprendan español y buscar un modo de vida.
«Bienvenido si es aquí, pero si no, la familia irá donde haya trabajo», afirma.
Las 26 personas que llegaron al País Vasco huyendo de la guerra – 13 hombres y 13 mujeres- conforman cuatro familias y forman parte de los 139 refugiados que llegaron la semana pasada a España procedentes de El Cairo, tras ser evacuadas de la Franja de Gaza por el Ministerio español de Asuntos Exteriores.
El dispositivo de acogida organizado por el Gobierno regional vasco para estas personas incluye apoyo psicológico, así como asistencia psicosocial, traducción y asesoramiento jurídico.
La idea es que estén el mínimo tiempo posible en situación de acogimiento con el fin de ordenar su situación en cuanto a permisos de residencia y de trabajo y tomar una decisión respecto al lugar de España en el que retomarán su vida, según Gorka Ruiz, responsable de acogida e inclusión de la Fundación EDE, entidad colaboradora del Ejecutivo autonómico. EFE
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