Para Yoni Asher, toda noción del tiempo se detuvo el 7 de octubre cuando su esposa y sus dos hijas fueron tomadas como rehenes por Hamas durante su ataque sorpresa contra Israel.
“No trabajo, no duermo. Como lo mínimo para sobrevivir”, dijo a un grupo de periodistas.
El Ejército israelí respondió con un fulminante ataque aéreo, terrestre y naval contra el territorio palestino que, según el Ministerio de Salud dirigido por los terroristas de Hamas, ha matado a casi 9.500 personas, también en su mayoría civiles.
Ese fatídico día, Asher había decidido quedarse solo en casa en Tel Aviv mientras su esposa Doron y sus hijas Raz y Aviv visitaban a su suegra, Efrat, en el kibutz Nir Oz.
La comunidad cercana a la frontera con Gaza, que alberga a unos 400 residentes, se vio gravemente afectada por el ataque de Hamas.
Más de 20 personas murieron y al menos 75 fueron tomadas como rehenes en Nir Oz, dijo esta semana un portavoz del kibutz.
Después de que se supo la noticia del ataque, Asher vio un video en el que pudo observar cómo los militantes se llevaban a su familia en la parte trasera de una camioneta.
Efrat fue vista con vida en el vídeo, pero poco después el Ejército israelí anunció su muerte.
Aún así, se aferra a esto como la última prueba de vida para su esposa e hijos, que tienen doble nacionalidad alemán-israelí.
Desde el 7 de octubre, Asher dejó su trabajo como empresario inmobiliario para dedicar todo su tiempo a recuperar a su familia.
Durante una reunión organizada por el Foro de Rehenes y Familias Desaparecidas en Tel Aviv, dijo que ha concedido “cerca de 300 entrevistas” a la prensa.
“Para mí la fecha de hoy sigue siendo el 7 de octubre”, afirmó.
“El tiempo se ha detenido”.
La liberación de los rehenes se ha convertido en un importante objetivo de guerra y en la principal preocupación de la población del país, incluso cuando el Ejército ha mantenido su implacable bombardeo contra los terroristas en el norte de Gaza.
Hamas ha dicho repetidamente que los ataques israelíes al territorio han matado a rehenes, pero estas afirmaciones son imposibles de verificar.
“Como padres, ya tenemos miedo cuando un niño salta sobre su cama, así que imaginemos nuestro miedo ahora con los bombardeos por todas partes”, dijo Asher.
“Queremos paz, no queremos que ninguna población civil sufra”.
La voz de Adva Adar temblaba cuando hablaba de su abuela Yafa, de 85 años, que se cree que también está detenida en Gaza.
“Cada minuto para ella es una pesadilla”, dijo Adar, preocupada de que su abuela no reciba la atención médica adecuada para sus problemas cardíacos y renales, su hipertensión arterial y sus dolores crónicos.
Yafa, también residente de Nir Oz, fue visto con vida en un vídeo, a diferencia del primo de Adar, Tamir, que desapareció sin dejar rastro desde el ataque de Hamas.
Como el resto de su familia, Adar está tratando de mantener una actitud positiva y ha regresado a Israel de una visita a París para defender a los rehenes.
“Pero a veces la realidad nos alcanza”, afirmó la trabajadora social.
Después de “un mes sin medicación, podría significar que no sobrevivió, que murió allí”.
Ella Ben Amin dice que ahora toma “muchas pastillas” para conciliar el sueño y que está en terapia dos veces por semana desde que sus padres fueron secuestrados en el kibutz de Beeri.
Según la ONG Zaka, que ayudó a recoger los cadáveres tras el ataque, más de 100 residentes de Beeri murieron el 7 de octubre.
Al igual que los demás familiares, Ben Amin dijo que sigue “centrada en traer de vuelta” a los rehenes y continúa concediendo entrevistas a los medios para crear conciencia sobre su causa.
Su madre, Raz, necesita tratamiento para tumores cerebrales y espinales y tiene problemas de movilidad, dijo.
Los supervivientes del kibutz han sido alojados en un hotel en el Mar Muerto, indicó Ben Amin.
Todos los días se reúnen para “cantar juntos”, intercambiar información y compartir su dolor.
Allí les informan “quién ha sido encontrado muerto, porque numerosos cadáveres aún no han sido identificados”, afirmó.
(AFP)
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