El premio Nobel de la Paz fue otorgado este viernes 6 de octubre del 2023 a la iraní Narges Mohammadi, encarcelada actualmente en Teherán por su combate por los derechos de las mujeres en la República Islámica, donde las autoridades tacharon esta decisión de «sesgada y política».
El premio a Mohammadi llega al calor de un amplio movimiento de protesta en Irán tras la muerte bajo custodia policial, hace un año, de Mahsa Amini, detenida por supuestamente vulnerar el estricto código de vestimenta que rige en el país, donde las mujeres deben llevar velo.
Mohammadi, de 51 años, ha dedicado su vida a defender los derechos humanos en Irán, oponiéndose al velo obligatorio o a la pena de muerte y siendo repetidamente encarcelada por ello desde hace 22 años, cuando fue detenida por primera vez.
Berit Reiss-Andersen, presidenta del comité Nobel noruego en Oslo, explicó que Mohammadi fue galardonada «por su combate contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha por promover los derechos humanos y la libertad para todos».
Tras el anuncio, su hijo Ali, de 17 años, declaró en una rueda de prensa que estaba «muy, muy orgulloso» de su madre.
El premio es «una recompensa para el pueblo iraní», dijo en París, donde vive exiliado con su hermana gemela y su padre, Taghi Rahmani.
Mohammadi, detenida por última vez en 2021, no los ha visto desde hace ocho años y se ignora si fue informada del galardón, indicó Rahmani.
La activista y periodista, detenida en la cárcel de Evin, en Teherán, es además vicepresidenta del Centro de Defensores de los Derechos Humanos, fundado por la también premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi.
El anuncio fue recibido con frialdad por Teherán, que denunció una decisión «sesgada y política» y criticó en un comunicado que Mohammadi «fue declarada culpable de reiteradas violaciones de la ley y que cometió actos delictivos».
La ONU y el comité Nobel instaron a Irán a liberar a la premiada, y Reporteros Sin Fronteras recordó que es objeto de «un hostigamiento judicial y policial para silenciarla».
Reiss-Andersen, del comité Nobel, subrayó que «su valiente lucha» tuvo «un tremendo coste personal», con 13 detenciones, cinco condenas y una sentencia «a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos».
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, celebró un «tributo a todas las mujeres que luchan por sus derechos arriesgando su libertad, salud e incluso sus vidas».
Este Nobel es «un recordatorio importante de que los derechos de mujeres y niñas están enfrentando una fuerte resistencia, incluso a través de la persecución de defensoras de derechos humanos, en Irán y otros lugares», insistió en un comunicado.
En una entrevista en septiembre con AFP, en la que respondió por escrito desde la cárcel, la activista estimó que las recientes protestas aceleraban «el proceso de democracia, libertad e igualdad en Irán» y que el cambio en el país era «irreversible».
El 16 de septiembre, Mohammadi y otras tres prisioneras quemaron sus velos en el patio de la cárcel, conmemorando el aniversario de la muerte de Amini, según su cuenta de Instagram, gestionada por su familia.
Un total de 551 manifestantes, entre ellos 68 niños y 49 mujeres, han muerto a manos de las fuerzas de seguridad, según la ONG Iran Human Rights (IHR), y otros miles han sido detenidos.
El levantamiento continúa, aunque bajo otras formas. Las mujeres salen ahora en público sin velo, en particular en Teherán y otras grandes ciudades a pesar de los riesgos, algo impensable hace un año.
«Narges Mohammadi es una heroína para muchos en Irán y en todo el mundo», elogió por su parte Abram Paley, enviado especial interino de Estados Unidos para Irán, en X.
El año pasado, con la guerra de Ucrania como telón de fondo, el premio recayó en un trío de defensores de derechos humanos: la disuelta ONG rusa Memorial, el Centro ucraniano para las Libertades Civiles y el militante bielorruso preso Ales Bialiatski.
El premio está dotado con una medalla de oro, un diploma y una suma de 11 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de dólares).
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