En principio, referirnos al 9 de Octubre de 1820 como la conmemoración de los 203 años de Independencia de Guayaquil, es, en definitiva la forma sencilla de traer al momento actual una situación que no solo marcó la libertad de una ciudad, es también el inicio de un proceso que cambiaría lo que actualmente es Ecuador.
Pero vamos a los hechos. Para esa fecha, explican los libros de historia, las denominadas fuerzas patriotas derrotaron a las fuerzas del dominio español que por esos días gobernaba estos territorios, convirtiendo a la ciudad en independiente de esos poderes. Y se atribuye, según los textos consultados, a personajes locales y otros extranjeros que asaltaron cuarteles y apresaron autoridades políticas y militares, en la madrugada del 9 de octubre de 1820, luego de una fiesta que fue concertada para dichos intereses.
Para el historiador Willington Paredes Ramírez, ex docente universitario y ex jefe de investigación del Archivo Histórico de Guayaquil, esos hechos necesitan ser precisados y profundizados para su total entendimiento porque cuando se habla de historia, hay confusión entre lo que se piensa que es la historia y la parte final de la tarea de investigador y la historiografía.
Paredes, quien ha estudiado durante décadas los procesos históricos del Ecuador, insiste que en que los relatos tradicionales y posicionados escolarmente, en la cívica y política guayaquileña dejan en la sombra, es decir no consideran algunos aspectos fundamentales sin los cuales no se habría producido ese viraje histórico que impulsaron la sociedad y elites guayaquileña antes del 9 de octubre de 1820 y después de esa fecha. Y enumera al menos nueve observaciones importantes que se deben hacer donde se puntualizan antecedentes importantes que no se sujetan a lo aprendido y repetido durante las distintas generaciones.
Dicho eso, en su análisis no encajan del todo los tre relatos tradicionales sobre la independencia de Guayaquil del 9 de octubre de 1820 que se han impuesto escolarmente en el conjunto de la sociedad guayaquileña y ecuatoriana. Y que además, afirma Paredes, están consagrados en los textos escolares y en los discursos docentes.
Primero, es el relato que ha asumido un principio heurístico y explicativo de considerar que fue la llegada de tres patriotas venezolanos, León de Febres Cordero, Luis Urdaneta y Miguel de Letamendi, los que determinaron e impulsaron a que la sociedad guayaquileña y sus elites se motiven para hacer la revolución de octubre. En otras palabras, si estos tres militares venezolanos no hubieran pasado por la ciudad de Guayaquil la independencia no se habría producido.
Segundo, es el relato, muy difundido respecto a la transformación revolucionaria octubrina. Dice que el hecho determinante fue la Fragua de Vulcano. Entendiendo esta como una festividad que reunió en casa de la familia Morlas a los conspiradores. Es decir considera a los revolucionarios como un colectivo de conspiradores que se reúnen en la víspera del 9 de octubre. Bien podríamos decir que la revolución se deriva de un hecho festivo que camufla a los conspiradores. Pues ellos se disfrazan, reúnen y disimulan la conspiración a través de esa reunión social.
Y el tercer relato, es aquel que lo atribuye a considerar que Guayaquil se decidió a la independencia porque influyeron determinantemente, desde lo externo, Simón Bolívar y San Martín. Es decir la transformación revolucionaria de Guayaquil sería el acto heroico de libertadores donde la sociedad y los líderes locales son actores pero pasivos.
Aquellas ideas, menciona Willington Paredes, quien también fue director del Instituto de Investigaciones Económicas y Políticas de la Universidad de Guayaquil, no pueden establecerse sin entender todo el contexto alrededor, “porque en Europa se había abierto y estaba actuando, como una dinámica influyente y condicionante (…) Tiempo histórico de grandes cambios que comenzó con la incidencia de la revolución francesa así como de la revolución norteamericana, la revolución de los Estados Unidos en las 13 colonias”.
Otro aspecto es no considerar el contexto de la sociedad española, relata Paredes, que detalla que para 1820 la monarquía absolutista atravesaba una serie de crisis de legitimidad que provenía de la invasión de Napoleón de 1808 y las cortes de Cádiz que elaboraron una constitución para que la monarquía gobierne bajo esos principios. Es decir habían convertido monarquía absoluta en monarquía constitucional.
Adicionalmente, para la época se vivía una severa crisis. Especialmente de ingresos para España que no le permitían a la corona mantener al ejército colonial al día en sus remuneraciones, “el ejército monárquico que ocupaba Hispanoamérica con tropas mayoritariamente criollas y mestizas estaba impago. Este fue un factor importante en ese momento histórico”, señala Willintong Paredes.
Hay otro aspecto que no se analiza, nos dice el historiador, el de la verdadera opresión, segregación e imposición de monopolios y gravámenes tributarios que impedían el desarrollo de las colonias”. En el caso de Guayaquil, esto tiene que ver mucho con la presencia e incidencia del monopolio de Lima, México y Cádiz”.
Esto determinaba que exista una verdadera situación de opresión para Guayaquil, especialmente en esa década, debido a que el monopolio del comercio, los gravámenes arancelarios ahogaban la situación socioeconómica de la sociedad guayaquileña; especialmente de sus elites criollas que eran los comerciantes, sobre todo de los Gran Cacao, exportadores del grano hacía Europa.
Así, en medio de todo esto es que se genera la idea de un cambio de la monarquía por un régimen republicano. Y comienza a ganar espacio en la conciencia social de la sociedad guayaquileña y sus élites. Esto será lo que finalmente desemboca en la revolución del 9 de octubre.
Los documentos revisados por Paredes nos hablan de tres principios que son la autonomía, libertad y ruptura con el orden colonial. Adicionalmente, quienes lideraban esta causa se habían propuesto hacer de Guayaquil una sociedad ilustrada y moderna para constituir a partir de la sociedad guayaquileña una república, un orden constitucional que obviamente se cristalizaría en noviembre de 1820 luego de que se elaborara el texto del gobierno provisorio de la sociedad guayaquileña.
El historiador Ángel Emilio Hidalgo, director de la Biblioteca Municipal de Guayaquil, también destaca del 9 de octubre de 1820 como el momento de inicio de la etapa final del proceso independentista ecuatoriano. “todo esto empezó el 10 de agosto de 1809 en Quito como un movimiento autonomista en el contexto de la invasión napoleónica a España. Eso, años después se convirtió en un movimiento de independencia que lo lideró Guayaquil a partir del 9 de octubre de 1820 y terminó en Pichincha en la batalla del 24 de mayo de 1822”.
Y además, agrega Emilio Hidalgo, se trataba de un proyecto libertario, es decir un proyecto que planteó el reconocimiento de las distintas libertades que desde la Revolución Francesa se promulgaban, como libertad de comercio, libertad de prensa, libertad de asociación, libertad de imprenta, libertad de reunión.
El catedrático añade que fue vital el apoyo de Cuenca a la iniciativa guayaquileña, el 3 de noviembre de 1820 cuando también declaran su independencia y por supuesto el apoyo de las tropas libertadoras. Algo similar ocurrió en otras ciudades, como lo explica el historiador manabita Ramiro Molina Cedeño que narra los sucesos posteriores al 9 de octubre, cuando las ciudades vecinas a Guayaquil se fueron sumando.
“El movimiento de Guayaquil no se hace de forma aislada, ya venían dándose diálogos y se venían comunicando sobre estos principios. Fue una organización fue un hecho bastante planificado no fue espontánea la acción”, menciona Molina que añade el hecho como Jipijapa el 15, Portoviejo el 18 y Montecristi el 23 de octubre también declaran su independencia.
Es que aquella revolución pronto se extendió a toda la provincia de Guayaquil, un territorio de 53 mil kilómetros que para entonces comprendía lo que hoy es Guayas, Santa Elena, Manabí, Los Ríos, El Oro, Cañar, y una parte de Esmeraldas y Tumbes, en Perú.
La independencia de Guayaquil marcó el comienzo de la guerra de independencia de la Real Audiencia de Quito que luego pasaría a llamarse República del Ecuador dentro del contexto de las guerras emancipadoras de Hispanoamérica.
Comprender la revolución de octubre como un proceso colectivo y una acción de aquellas élites criollas ilustradas. Es un proceso de liberación, de efectiva búsqueda de independencia y de autonomía de la sociedad guayaquileña liderada por las élites criollas ilustradas y modernas, sentencia Willintong Paredes.
La revolución del 9 de octubre de 1820 es un proceso de compromiso colectivo de la sociedad y de acción de sus elites. Respondiendo a la temporalidad del momento, se buscaba crear un nuevo orden no colonial, autónomo y de libertad. Este proceso ideológicamente fue liderado por Olmedo, que había aprendido en la elaboración de la constitución de Cádiz de 1812, lo válido del constitucionalismo no colonial.
Texto publicado en Ecuavisa
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