En un chat de WhatsApp, se comunican los ecuatorianos que decidieron quedarse en Israel. Se dan ánimo y utilizan ese espacio para orar juntos, más ahora que estalló el conflicto entre ese país y Hamás, el cual cumple una semana hoy, domingo 22 de octubre de 2023, y ha dejado miles de fallecidos.
“Somos 87 personas y la mayoría son compatriotas, pero también hay otros latinoamericanos”, cuenta el guayaquileño Christian Acosta, de 28 años, quien vive en esa zona desde 2019. Primero trabajó como asistente de fisioterapia en Tel Aviv y ahora es transportista de uno de los camiones que diariamente lleva alimentos al Ejército de Israel.
Llegó por medio de una Iglesia Cristiana a la que asistía en el Puerto Principal del Ecuador y fue voluntario por seis meses. Se enamoró del ambiente, la seguridad y la estabilidad económica, por lo que decidió quedarse definitivamente. Abandonó sus estudios de quinto año de medicina en la Universidad Católica de Guayaquil.
No fue parte de los 116 ecuatorianos que regresaron en un vuelo humanitario que gestionó la Cancillería y que aterrizó en Quito, el pasado 16 de octubre. Al contrario, pertenece al grupo de 700 connacionales que decidieron quedarse pese a la guerra, según datos que se difundieron en el noticiero de Televistazo. La razón: “me ha dado tanto Israel y, en estos momentos duros, sería un malagradecido dejarlo y salir huyendo”.
A esto se suma que en Ecuador no hay trabajo y sus familiares tuvieron que cerrar su negocio por las extorsiones y la violencia. “Si el conflicto armado con Hamás empeorara, optaría por volver al hospital (de Tel Aviv) y servir allí”.
Se casó con su esposa ecuatoriana en esa ciudad y en diciembre nacerá su hijo. Se siente tranquilo, pues asegura que Israel es una tierra de oportunidades y está protegido con buenas condiciones para vivir. Cada vez que hay bombardeos de Hamás, el sistema de defensa aérea, conocido como el domo de hierro, intercepta a los misiles.
En esos instantes, él y sus familiares se protegen en un bunker. Cuando suenan las sirenas de emergencia, la gente en Tel Aviv tiene 01:35 minutos para buscar refugio. La cúpula hace su trabajo y la gente debe esperar 10 minutos para salir.
En ese lapso de tiempo, las piezas de los cohetes terminan de caer en la superficie. En cada ciudad -acota Christian- se manejan protocolos distintos. Por ejemplo, en Ashkelon son 15 segundos y en otras urbes son 35 segundos. “Mis familiares han pedido que vuelva o me vaya a otro país, pero no quiero, estoy a gusto aquí”.
“Si el conflicto recrudeciera, sería capaz de tomar un arma y luchar por Israel. Para amar a este país, tienes que estar acá y te vas a dar cuenta que vas a defenderlo hasta con tu último suspiro”. Christian Acosta
Se siente identificado con Israel y su cultura. Cuando llegó en 2019, 450 ecuatorianos vivían en ese país, pero esa cantidad casi se ha duplicado en la actualidad. “Muchos vinieron por la crisis. Pocos se regresaron porque no se adaptaron”.
Uno de los que se quedó es el lojano Francisco Malla, de 31 años, quien arribó hace un año y medio. Antes de la pandemia, trabajó en una empresa multinacional de comidas rápidas, pero se presentó la oportunidad de laborar en Tel Aviv y no dudó en hacerlo.
Labora en un bar y no quiere regresar porque no hay empleo. Mantiene a sus padres, esposa e hijo, de nueve años, quienes viven en Ecuador. Tenía previsto llevarlos a vivir con él, pero ahora no lo hará por la guerra.
El chat de los ecuatorianos es un espacio que lo distrae del estrés que le provoca el conflicto. Allí, cuentan anécdotas, se hacen bromas y están pendientes de que todos se encuentren bien.
También siente a Israel como si fuera su patria:
“Esperaré hasta el último momento si es de poner el pecho y ayudar acá a Israel. A este país lo considero como mío, es mi casa, sustenta a mi familia. El que está en las buenas, también debe hacerlo en las malas”. Francisco Malla.
No descarta nacionalizarse más adelante aunque es difícil.
Con información de Ecuavisa
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