La palabra sexualidad implica un concepto amplio que hace referencia a la vida sexual pero también remite a la identidad de género y a las cualidades de contacto sexual entre los individuos.
Durante siglos ha sido un tema tabú, vinculado con prohibiciones morales, religiosas y sociales, donde primaba la prevalencia de lo correcto.
Se vincula también con el amor, fácil de sentir pero difícil de definir, quizás la característica fundamental de la especie humana.
Y algo similar ocurre con el erotismo, que implica en el ser humano una trama mental, emocional y corporal muy particular y compleja.
A diferencia con la sexualidad en los animales, el escritor mexicano Octavio Paz decía: “El erotismo es invención, variación incesante; el sexo es siempre el mismo”.
Se llaman zonas erógenas todas aquellas partes del cuerpo (que incluye los genitales, pero no de manera excluyente) cuya estimulación tiene por finalidad generar excitación y placer sexual.
Son muy individuales y particulares, ya que una zona que resulta erógena para una persona no necesariamente lo es para otra.
El hombre tiende a ser más genitalizado que la mujer y es más frecuente que tienda a iniciar la relación sexual con la penetración.
Por el contrario, la mujer suele ser más sensible a otros estímulos y por eso disfruta mucho más que los hombres de las caricias previas por diversas partes del cuerpo.
Las zonas erógenas
La revista internacional de neurociencia Cortex, después de una prolija investigación (abril 2014), demostró que las mujeres son más sensibles a determinadas zonas erógenas que los hombres, aunque comparten la gran mayoría de ellas.
Los investigadores asignaron a las zonas erógenas una puntuación de 0 a 10 y constataron valores que en las mujeres fueron: para el clítoris (9,1), vagina (8,4), labios (7,9), cuello (7,5), pechos (7,3), pezones (7,3), parte interna de los muslos (6,7), nuca (6,2), orejas (5) y glúteos (4,7).
En los hombres la puntuación fue: pene (9), labios (7), testículos (6,5), parte interna de los muslos (5,8), cuello (5,6), pezones (4,8), periné (4,8), nuca (4,5) y orejas (4,3).
Según los resultados de esta investigación, las mujeres tienen seis zonas erógenas con una puntuación mayor a siete y los hombres solo dos.
Concluyeron que “Sin duda, las mujeres son más reactivas que los hombres a estas partes del cuerpo, si bien existen casos individuales de hombres que son tan sensibles como las mujeres”, según se matiza en las conclusiones del estudio.
La investigación fue realizada sobre un número importante de personas en forma conjunta por neurólogos (Universidad de Gales y Bangor) y psicólogos (Universidad de Johannesburgo).
Pero a pesar del esfuerzo científico realizado por definir y clasificar las zonas del cuerpo que más excitación sexual provocan, la zona erógena por excelencia resultó ser la mente.
Los especialistas señalaron que la respuesta sexual en las mujeres está más asociada a recuerdos, fantasías y sensaciones ligadas a su parte emocional y táctil, mientras que en los hombres está más ligada a imágenes visuales.
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