Desde la 01:00 del jueves 2 de febrero, el Instituto Geofísico (IG) registró un incremento en las señales sísmicas del volcán Cotopaxi. Por medio de un sobrevuelo, con la colaboración de la Fuerza Aérea se divisó una columna de aproximadamente 1.300 metros sobre el nivel del cráter.
Horas después, la columna de ceniza tomó más altura, llegando hasta un pico de 2.500 metros.
El Geofísico anticipó de la caída de ceniza en ocho sectores de Quito. Y, en efecto, el material volcánico cayó en Playita y La Cuendina, en la parroquia rural de Amaguaña; en Quitumbe, sur de la capital, cayó leve ceniza en Guamaní, La Ecuatoriana, Quitumbe y Turubamba.
También en la Villaflora se presentó este fenómeno, al igual que en Conocoto.
Sin embargo, el vulcanólogo del IG Daniel Sierra explicó que durante los últimos meses del 2022 (noviembre y diciembre) y los primeros del 2023 (enero y febrero) es probable que existan cambios de las condiciones climáticas, en especial, con la dirección del viento.
Por ejemplo, con la última emisión de ceniza, tenían dirección al noroccidente, pero en menos de media hora el rumbo del viento cambió hacia el sur.
Estos cambios en corto plazo no les permiten establecer lugares exactos de la caída del material volcánico, sin embargo, el Servicio de Gestión de Riesgos publicó en su cuenta de Twitter la caída leve de ceniza en la parroquia de Machachi, del cantón Mejía, al norte del volcán.
Dirección de la ceniza
El vulcanólogo Sierra indicó que en una posible erupción el 95 % de probabilidades de la dirección que tome la ceniza sería hacia la Costa. Poblados de las provincias de Los Ríos, Manabí e incluso Guayas se podrían ver afectados.
Según el registro histórico con el que cuentan en el IG, hubo ocasiones de caída de ceniza hasta en el Pacífico, en el mar de las playas de Manabí, durante erupciones pasadas.
Daniel Sierra también destacó que en el último proceso eruptivo registrado en 2015, las poblaciones más afectadas fueron las que se encuentran en dirección a la Costa.
El volcán Cotopaxi inició su proceso de actividad a mediados de octubre del 2022. Con el paso del tiempo, las señales sísmicas se han vuelto más continuas y la expulsión de ceniza más frecuente.
Aunque la actividad interna y superficial se mantiene moderada, el patrón es ascendente, pese a no haber llegado todavía a los niveles del 2015.
“Es muy posible que en algún momento de nuestras vidas, en el tiempo que tenemos de vida, veamos una erupción del Cotopaxi, porque son más o menos entre 100 y 130 años, y ahorita han pasado como 140 años de la última erupción”, agregó Sierra.
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Además, sostuvo que las características de la ceniza les ha permitido determinar este incremento gradual de actividad, pues han identificado material más juvenil. Esto quiere decir más cercano al magma o lava.
Finalmente, se recomendó a la ciudadanía mantenerse informada a través de los canales oficiales del Geofísico y Gestión de Riesgos, que pueden consultar a través del mapa de peligros, el que indicará el nivel de alerta y el escenario al que pueden estar expuestos.
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