Es difícil que haya alguien a quien no le guste comer. Es algo también que necesitamos. Si no comemos podemos morir. Pero el problema está en que en muchas ocasiones nos pasamos de la raya y comemos más de lo que deberíamos. ¿Por qué esto es así? Pues tiene su explicación científica y aquí te la contamos.
Para eso le pedimos que nos eche una mano a la doctora Marta Garaulet, doctora en Farmacia, nutricionista, y máster en salud pública por la Universidad de Harvard, quien recientemente ha publicado, junto con el presidente de la Real Academia de Gastronomía Rafael Ansón el libro ‘Simplicity’ (Libros Cúpula), con el que pretenden enseñar a comer saludable de forma sencilla.
Le preguntamos primero a Garaulet sobre por qué comemos y nos responde algo que ya esperábamos: “Es muy importante comer como especie humana. Si no hubiéramos desaparecido. Es básico comer. Es algo muy fisiológico, hasta nosotros mismos no somos conscientes de por qué comemos”.
200 neuropéptidos te inducen a comer
De hecho, dice que cuando nos ponemos a pensar por qué comemos, ya desde el punto de vista científico vemos que nuestra fisiología nos hace comer, porque de los neuropéptidos que hay en el cerebro para todas nuestras funciones, hay 200 que te inducen a comer, mientras que solo 20 que te quitan el hambre.
“Pero no solo eso, el neuropéptido más importante, el NPY, es el más abundante, y además el que nos hace comer. Es decir, que de todo nuestro sistema nervioso, nuestro cuerpo prioriza un péptido que nos hace comer. Por eso nos es muchas veces difícil adelgazar, porque estamos hechos para comer”, reconoce la doctora Garaulet.
Aportar energía para poder vivir
Pero no solo esto, advierte igualmente de que comemos para poder aportar energía a nuestro cuerpo y para poder vivir. “Es el sistema homeostático. Comemos para que nuestro organismo funcione, para que el corazón palpite, para que podamos andar, para que nuestros músculos funcionen, es decir, sin eso no podríamos vivir”, señala.
A su vez, indica que como el organismo entiende que es tan importante el comer, lo acompaña con un sistema de recompensa y de placer, “porque comer nos da placer, y dice el organismo que si a esta persona le quitamos el placer de la comida muere”. Entonces hay detrás un sistema fisiológico de recompensa, encargado del juego, de la búsqueda de droga, de todo lo que es el sexo, de todos los extremos en definitiva, y que está dirigido por la dopamina, según prosigue.
Concretamente, en cuanto a por qué comemos más de la cuenta resalta esta especialista en nutrición que hay muchos factores detrás, aunque lo que está claro es que la comida no solo nos da energía y placer, sino que también en muchas ocasiones cubre nuestras emociones que, en algunas ocasiones, nos hacen comer.
Cuándo hemos comido por hambre
“Muchas veces comemos porque estamos aburridos, ansiosos, porque tenemos estrés, porque estamos disgustados, enfadados y entonces si nos parasemos a pensar realmente cuándo hemos comido por hambre, te das cuenta de que es muy raro, comes porque es la hora, porque estás con gente, porque resulta que es lo que toca, porque estás ansioso o aburrido, por vida social”, mantiene la doctora en Farmacia.
Garaulet ahonda igualmente en que antes -y aún para millones de personas- la búsqueda de comida era algo complejo, ahora abres la nevera y tienes todo lo que quieras: “Tenemos, en el mundo desarrollado, un exceso de oferta, sin necesidad de hacer esfuerzos, y además una sociedad de mucha velocidad, de que queremos todo en el momento y nos dé satisfacción ya; de comer rápido y ahora, de comida que nos dé placer y además, comida que nos llene, que nos sacie”.
En opinión de esta experta el estrés también juega un papel muy importante en todo este escenario, más si lo hay este es más destacado por la noche. “Además, cuanto más estrés hay peor se come. Se ve asociado al ritmo del cortisol diario. La gente que está estresada come menos fruta, menos verdura, así como menos cereales y legumbres; y en cambio, come más carne, dulce, grasas saturadas, elegimos productos más rápidos y con menor calidad nutricional”, sostiene.
Comer mejor es necesario para nuestra salud
Entonces, ¿es mejor comer poco? La máster en salud pública por la Universidad de Harvard sí señala que hay muchos estudios clásicos que muestran que la disminución diaria de ingesta de comida se asocia con una mayor longevidad, y por eso ahora se están planteando tendencias de ayunos. “Pero como es tan difícil, se plantean ayunos intermitentes en esa búsqueda de comer menos, pero ahora mismo resulta complicado comer lo que necesitamos, es decir, que comemos mucho más de nuestras necesidades”, insiste Garaulet.
Precisamente, resalta que lo que comemos influye directamente en nuestra salud y, por ejemplo, un estudio reciente muestra que quienes mejor se alimentan, ingieren más legumbres, cereales, fruta, verdura, y menos carne roja y menos alimentos animales, pueden aumentar su esperanza de vida unos 11 años. “Pero no solo eso, vivir con mejor calidad de vida. Un 50-60% de enfermedades degenerativas, como el cáncer, la enfermedad cardiovascular, los infartos, o la obesidad y la diabetes se podrían evitar comiendo bien”, añade.
(EUROPA PRESS)
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