Las intervenciones asistidas con animales tienen multitud de beneficios para las personas, desde motivacionales, mejorando su autoestima y confianza, a terapéuticos, contribuyendo a la aceleración de los procesos de recuperación de pacientes.
“Los animales son un gran apoyo emocional, fomentan la empatía y ayudan a nivel motriz y sensorial, como vemos en intervenciones con animales que dan soporte durante la rehabilitación física”, afirma para la revista Hola, Sonia Sáez, veterinaria y responsable de comunicación en Purina que, junto con El Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y la Universidad Rey Juan Carlos, acaba de presentar un estudio en el que demuestra los beneficios de las terapias con perros en adolescentes con trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
“En 2018 organizamos un estudio piloto en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Niño Jesús, junto a investigadores de la Oficina de Intervención con animales de la Universidad Rey Juan Carlos. Los resultados fueron tan esperanzadores que decidimos realizar una segunda oleada que nos ha permitido evaluar una muestra más grande, recopilar datos más significativos y hasta publicar el protocolo y una metodología en medios muy relevantes para la comunidad científica”, recoge la veterinaria.
¿Qué concluye este estudio sobre los beneficios de las terapias asistidas con perros?
El poder del vínculo humano-animal puede ir más allá del ámbito doméstico, donde perros y gatos son miembros activos de nuestra familia. “La presencia de perros puede tener un impacto también en el ámbito hospitalario, con los colectivos más vulnerables, como son pacientes en procesos de recuperación”, asegura Sáez.
La experta indica que las terapias con animales ayudan a personas de todas las edades, pero a raíz del estudio hemos podido comprobar el impacto que puede tener en adolescentes.
“Los jóvenes, y sobre todo los que presentan algún trastorno como los de conducta alimentaria, suelen ser un colectivo al que es difícil llegar, motivar y que pueden cerrarse en banda a la hora de interactuar”, confiesa.
Dado que la adolescencia es una etapa muy difícil donde sufrimos muchos cambios y nos forjamos como adultos, siempre acompañado de dudas e inseguridades; “los perros ayudan a dar serenidad, incrementar la autoestima, la motivación, la empatía y la sensación de pertenencia”.
Sin duda, en su opinión, son un excelente catalizador para fomentar la interacción con otras personas, además de transmitir seguridad y confianza.
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