Las consecuencias que puede traer la guerra en Ucrania son cada vez más graves y el reloj del fin del mundo se acerca al apocalipsis.
Resulta evidente que en los últimos tiempos no prima el optimismo. Estaba siendo una época con menos conflictos bélicos, pero primero llegó el coronavirus con sus devastadoras consecuencias y hace unos días comenzó la guerra de Ucrania que puede tener inesperados resultados.
Que Rusia se encuentre en plena invasión de Ucrania y Vladimir Putin haya decidido activar su fuerza nuclear retrotrae a décadas atrás y se plantean muchas cuestiones de cara al futuro. Pero en general, cada vez prima más el pesimismo.
Al respecto, ¿Qué augura el reloj del fin del mundo?
Hace 75 años, integrantes del Proyecto Manhattan, creado para el desarrollo de armas nucleares, crearon el Boletín de Científicos Atómicos, la publicación de un grupo que pretende alertar al público, a los responsables políticos y a los científicos de las amenazas para la humanidad que esta genera. A modo de metáfora, todos los años ajustan un imaginario reloj del fin del mundo en función de los riesgos generados por las armas nucleares, el cambio climático y las tecnologías disruptivas. Este jueves lo han mantenido a 100 segundos de la medianoche, hora simbólica del apocalipsis. Para el comunicador científico invitado este año, Hank Green, “no es una buena noticia”.
Rachel Bronson, presidenta y directora ejecutiva del Boletín de los Científicos Atómicos, ha insistido en esta idea: “El reloj continúa recordándonos cuánto trabajo se necesita hacer para garantizar un planeta más seguro y saludable. Debemos seguir alejando las manecillas del reloj de la medianoche”.
La copresidenta de la Junta de Ciencia y Seguridad del grupo y profesora de investigación en el Instituto de Política Internacional de Ciencia y Tecnología de la Universidad George Washington, también lamentó haber tenido que mantener el tiempo hasta la medianoche: “Cien segundos refleja que estamos atrapados en un momento peligroso, uno que no trae ni estabilidad ni seguridad. Los desarrollos positivos en 2021 no pudieron contrarrestar las tendencias negativas a largo plazo”.
El peligro de invasión de Ucrania por parte de Rusia ha sido uno de los elementos incorporados a la previsión. Los intentos de disuadir a Putin de una intervención militar se ha convertido en el principal objetivo de las potencias occidentales. No obstante, según subrayó este martes en Berlín el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg: “El riesgo de un conflicto es real”. A este riesgo se han unido las tensiones con China, Venezuela y Corea del Norte. Para el profesor de ciencias políticas Scott D. Sagan, “las señales de nuevas carreras armamentistas son claras”.
También se suma la crisis medioambiental generada por el cambio climático. Raymond Pierrehumbert, miembro del Boletín y profesor de física en Oxford, ha señalado cómo hace medio siglo que comenzaron las advertencias sobre la crisis generada por el calentamiento global. “Nada se ha avanzado”, ha asegurado antes de reclamar acciones inmediatas y concretas. “No todo está perdido”, ha dicho.
Sobre las tecnologías disruptivas, Green ha destacado el cambio generado en el ámbito de la comunicación y lo ha descrito como “un mono con un arma”. El divulgador ha instado a perder menos tiempo en enfadarse y más en ser curiosos, a “trabajar juntos para salvar el mundo”. Precisamente, con motivo del 75 aniversario del reloj, el Boletín ha pedido la colaboración de la población con la campaña #TurnBackTheClock (retrasa el reloj). El desafío alienta a las personas a usar las redes sociales para compartir historias sobre las acciones que los inspiran y las estrategias de cómo evitar el colapso final.
Herb Lin, investigador principal de política y seguridad cibernética de la Universidad de Stanford, ha abundado en las advertencias de Green: “La tecnología ha contribuido poderosamente a un entorno en el que ninguna evidencia concebible o argumento racional pueden persuadir a los verdaderos creyentes a cambiar de opinión, y las fracturas resultantes en nuestra comprensión común de lo que es verdad se traducen en una nación fuertemente dividida contra sí misma”.
Amenazas biológicas
El pasado año, el reloj se paró a 100 segundos del fin del mundo, la marca más cercana del apocalipsis, que se repite este año. En 2021 se mantuvo en la hora fijada un año antes, pese a los efectos de la pandemia del coronavirus. Según la presidenta del Boletín, Rachel Bronson, la crisis creada por esta enfermedad ha sido “una ilustración viva de que los gobiernos nacionales y las organizaciones internacionales no están preparados para manejar las amenazas que verdaderamente ponen fin a la civilización”. Sin embargo, no fue suficiente para adelantar el simbólico reloj. Según Bronson, “la covid no eliminará a la humanidad, pero es un ejemplo claro de que las autoridades de todo el planeta no son capaces de afrontar peligros globales”.
En este sentido, la científica Asha M. George, también miembro del comité, ha recordado este jueves la respuesta mundial con las vacunas y ha instado a seguir luchando contra los peligros globales para la salud, como se ha hecho con otras enfermedades, pero ha advertido: “Ya no podemos darnos el lujo de centrar todos nuestros esfuerzos en otros peligros con exclusión de la amenaza biológica. Si lo hacemos, las enfermedades y las vidas que se llevan empujarán el segundero más cerca de la medianoche”.
El reloj se puso en marcha cuando empezaron las detonaciones nucleares, a mediados del siglo pasado. Es la fecha con más consenso para el origen del Antropoceno, la época geológica marcada por el impacto global de las actividades humanas. La crisis de los misiles situó las manecillas muy cerca del fin del mundo. Sin embargo, en la década de los noventa, tras firmarse entre EE UU y Rusia el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, el reloj se retrasó hasta los 17 minutos, el tiempo más alejado del fin de la humanidad en todos estos años.
En 2007 se incluyó el cambio climático como un peligro grave para la humanidad que demanda una respuesta “urgente e inmediata”. Desde entonces, la manecilla del reloj no ha dejado de acercarse a la simbólica medianoche.
El reloj del juicio final o del fin del mundo no hace referencia a un tiempo concreto correspondiente con años o décadas. Este cronómetro simbólico no pretende ser tanto un augurio de autoaniquilación como una llamada de atención para revertir el sentido de las manillas hacia modelos menos dañinos para la sociedad y el planeta. Cada año lo ajusta la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín tras consultar con los patrocinadores de la organización. Entre los integrantes se encuentran más de una decena de premios Nobel.
Nota publicada originalmente en EL PAIS
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