Informalidad es toda ocupación que carece de un salario u horario y de derechos como la seguridad social, que asegura las pensiones de jubilación en la vejez. En total, siete de cada 10 jóvenes ecuatorianos de entre 18 y 29 años están en esta situación.
La cifra se desprende del estudio ‘Perspectivas del mercado laboral para los jóvenes, frente a los impactos del covid-19’, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La población joven está en peor condición que el promedio nacional de informalidad, que es cinco de cada 10 ecuatorianos, según datos de agosto del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Y es que, en efecto, los jóvenes han sido los primeros en ser despedidos o sufrir recortes de jornada frente a un trabajador de mayor edad y experiencia, lo que los deja en una situación de desprotección, señala Daniela Arias, oficial Nacional de la OIT para los Países Andinos.
Una de las razones de peso es que la mayor parte de esta población está insertada en industrias del comercio, hotelería y de servicios que han sido de las más afectadas por los efectos de la pandemia.
El caso de las mujeres se agudiza, pues son parte de una población vulnerable. Ellas enfrentan, además, un incremento en las tareas de cuidado ante el cierre de escuelas y guarderías o por la falta de cualificaciones profesionales.
Del 22% de mujeres que tienen hijos menores de 5 años, el 10% tiene una probabilidad de trabajar en la informalidad debido a aquellos factores.
“La combinación de estos elementos hace que los jóvenes sean susceptibles a caer en una especie de círculo vicioso del cual no resulta muy fácil salir”, señala Arias.
Ana Patricia Muñoz, directora del Grupo Faro, explica que muchos de los que estuvieron asalariados en su momento entran a la informalidad y se quedan allí. “Optan por tareas sencillas sin relación de dependencia que les genera dinero rápido, o se insertan en el comercio ambulante”.
Según la OIT, un factor que influye en el aumento de la informalidad es la falta de formación. Es decir, aquellos jóvenes que tienen un nivel más bajo de educación o que no están lo suficientemente capacitados para asumir tareas técnicas.
Una alternativa frente a esta situación es la formación dual, donde la empresa y el centro educativo se involucran en la formación de los trabajadores. “Es importante impulsar la formación dual para obedecer a lo que demanda el mercado laboral actual”, dijo Muñoz.
Además, la OIT trabaja en un proyecto junto a Naciones Unidas, para incorporar a los jóvenes de Ecuador al mercado formal con un esquema de aseguramiento, que se adapte a las necesidades y posibilidades de este segmento.
En cambio, el Gobierno defiende la flexibilización laboral que se prevé en su reforma laboral, la cual será enviada de forma separada a la Asamblea como proyecto urgente. El Régimen sostiene que permitirá contratar a más jóvenes.
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