Cómo revertir el cambio climático es posiblemente el mayor reto jamás enfrentado por la humanidad. Afortunadamente, hay increíbles cerebros por todo el mundo abordando el problema desde todos los ángulos.
Aquí te presentamos seis de las mejores (y más inusuales) soluciones de la serie de la BBC “39 maneras de salvar el planeta”.
Mejorar la educación en todo el mundo podría parecer una propuesta obvia. Pero aumentar en particular el acceso de las niñas a la educación no sólo trae beneficios sociales y económicos, también ayuda a combatir el cambio climático.
Esto se debe en parte porque las jóvenes empiezan a tener hijos más tarde si permanecen en la escuela más tiempo. Si todas las niñas completaran la escuela secundaria, para 2050 habría 840 millones de personas menos en el mundo de lo que actualmente se pronostica.
Es cierto que cuando se trata del cambio climático, el tema de la población puede ser polémico -las personas en países más pobres dejan una huella de carbono diminuta en comparación con las de los países ricos. Pero con los recursos del planeta bajo presión, el crecimiento demográfico es un asunto importante.
No obstante, la educación de las niñas es mucho más que una estadística poblacional. Las mujeres que llegan a participar en el trabajo, los negocios y la política podrían ser el secreto para impulsar la protección del clima.
Los estudios sugieren que poniendo más mujeres a cargo podría resultar en mejores políticas climáticas. ¿Cómo? Las mujeres líderes tienden a poner atención a los consejos científicos, como se ha evidenciado en la respuesta global contra la pandemia de coronavirus.
Hoy en día, muchas organizaciones caritativas están proveyendo fondos significativos para la educación -y están dando resultado. Por todo el mundo, la proporción de niñas en educación está aumentando, con países como Bangladesh incrementando la inscripción escolar de niñas de 39% en los años 1980 a casi 70% en la actualidad.
El bambú es la planta que crece más rápido en el mundo. Puede crecer hasta un metro por día y absorbe el carbono de la atmósfera mucho más rápido que otros árboles. El bambú manipulado con ingeniería puede ser más fuerte que el acero.
Todas estas cualidades lo hacen un material súper ecológico para la construcción de muebles y edificios.
En China, el bambú solía considerarse “la madera de los pobres”, pero ahora se está transformando su imagen. Productos basados en bambú pueden servir como una alternativa sustentable y baja en carbono al acero, el PVC, el aluminio y el concreto.
Plantar bambú también tiene otros beneficios ecológicos: tiende a ser resistente a las plagas así como mejorar la fertilidad del suelo, evitar la erosión y reducir el riesgo de inundación.
Arief Rabik administra la Fundación Ambiental de Bambú en Indonesia, una organización caritativa dedicada a recuperar tierra y atrapar carbono con su programa de mil “aldeas de bambú”.
Cada asentamiento estará rodeado de unos 20 kilómetros cuadrados de bosque de bambú, mezclado con cultivos y ganado. Rabik busca expandir la idea a nueve países más.
“En combinación, absorberán y retirarán de la atmósfera mil millones de toneladas de dióxido de carbono cada año”, afirma.
Cada vez más abogados defensores del clima están recurriendo al fuerte brazo de la ley para combatir el cambio climático. De hecho, el sistema legal es una de las armas más poderosas que se tienen a disposición para mantener control sobre las compañías y gobiernos contaminadores.
Hace poco, un tribunal en Países Bajos determinó que la gigante petrolera Shell está legalmente obligada a reducir sus emisiones y alinear sus políticas a las metas del Acuerdo de París sobre el clima, un caso que sentó un precedente.
Y no se trata simplemente de las leyes ambientales que vienen al rescate. Los abogados astutos se están volviendo creativos, amparándose en leyes de derechos humanos, leyes laborales y hasta leyes empresariales para combatir el cambio climático.
En 2020, un grupo inversionista que poseía apenas US$35 en activos logró frenar la construcción de una planta de carbón en Polonia. ¿Cómo? El grupo ambientalista ClientEarth usó sus activos en la empresa de energía polaca Enea y la potestad de la ley corporativa para impugnar la decisión de la compañía de respaldar la construcción de la planta de energía de carbón Ostroleka C.
El tribunal falló que la apertura de la nueva planta de carbón simplemente era ilegal y un mal negocio.
Toda nevera, refrigerador, congelador o aparato de aire acondicionado contiene refrigerantes químicos -como los hidrofluorocarburos (HFC).
Pero el poder de enfriamiento que hace a los HFC fantásticos para las neveras también los hace nefastos para el mundo.
Es más, los HFC son gases de invernadero tan potentes -mucho más que el CO2- que en 2017 los líderes mundiales acordaron eliminarlos gradualmente.
Se vaticina que esa sola medida reducirá el calentamiento global por 0,5 grados.
Sin embargo, el número de neveras y unidades de aire acondicionado en existencia es masivo. Como la mayoría de las emisiones refrigerantes suceden al fin de la vida útil de estos aparatos, eliminarlos de una manera segura es crítico.
Por suerte, por todo el planeta, hay equipos de especialistas que los rastrean y destruyen los peligrosos gases refrigerantes.
María Gutiérrez es la directora de programas internacionales de Tradewater, una compañía dedicada a encontrar, aislar y tratar los gases con seguridad. Muchas veces inspeccionan antiguos depósitos y vertederos de basura para dar con las unidades de refrigeración culpables.
“Algunas personas dicen que somos el equivalente a los ‘cazafantasmas’, pero de refrigerantes”, cuenta Gutiérrez.
Cuando se trata de comercio mundial, una muy pequeñas criaturas pueden ser un lastre.
El transporte marino es vital para nuestra economía global -90% de todo el comercio mundial viaja en barco y este método de transporte es responsable de casi 2% de todas la emisiones generadas por los humanos– y se espera que esa cifra no deje de aumentar en las próximas décadas.
Como estamos tan dependientes de estos barcos, una pequeña criatura marina que viaja de polizón -el bálano- está causando un gran problema.
Los buques que tienen incrustados en sus cascos bálanos, lapas y otros moluscos pueden expender 25% más del diesel sucio que los “barcos resbaladizos” con superficies lisas -lo que aumenta las emisiones y añade la friolera de US$31.000 millones al año al costo de combustible.
Para reducir toda esta fricción causada por los bálanos, los expertos están encontrando maneras ingeniosas de hacer los buques mas resbaladizos. Estas van desde una pintura especial ultravioleta hasta la cloración eléctrica a baja escala, y robots que acicalan los cascos.
La idea clave detrás de todas estas estrategias es simple: “prevenir es mejor que curar” -o sea, reducir la acumulación de cieno y criaturas marinas antes de que se vuelvan un lastre.
Después de todo, nosotros nos cepillamos los dientes regularmente para evitar la acumulación de placa, así que ¿por qué no usar la misma estrategia en el mantenimiento de embarcaciones?
¿Sabías que cultivar arroz deja una alta huella de carbono? De hecho, ¡el arroz tiene el mismo impacto ecológico de carbono que la aviación!
Eso se debe a que la mayoría de nuestro arroz se cultiva en arrozales inundados en agua para ahogar la maleza rival. Pero esta agua no deja que el oxígeno llegue al suelo, creando las condiciones ideales para las bacterias que producen metano.
El metano es un gas que, por cada kilogramo, puede causar 25 veces más calentamiento global que el dióxido de carbono.
Para combatir esta amenaza climática. los científicos están adelantando una revolución del arroz. Están criando nuevas variedades de cultivos de arroz que pueden prosperar en campos secos, economizando agua, ayudando a los agricultores y reduciendo las emisiones de metano.
Han estudiado 650 nuevas variedades del Instituto Internacional de Investigación del Arroz y están usando las mejores cepas en su programa de reproducción.
Se espera que dentro de una década, la mayoría de nuestro arroz se cultive de una manera que emita muchos menos gases.
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