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Libertad con Responsabilidad

Wilson Araque
Universidad Andina Simón Bolívar
miércoles, abril 7, 2021
Para lograr los resultados esperados de un desarrollo socioeconómico equilibrado-, se requerirá de la presencia de un Estado activo -jugador no solo espectador- que regule y vigile que esas iniciativas privadas se lleven a cabo enmarcadas bajo los principios de la ética, la solidaridad, la justicia y la inclusión de todos los habitantes de un país
Tiempo de lectura: 3 minutos

Desde hace varios años, cuando leía y reflexionaba sobre cómo lograr una vida social sustentada en la promoción de la “libertad del ser humano” como una forma de conseguir naciones en donde el progreso sea el medio que ayude a combatir la pobreza y todas las formas expresivas de las grandes inequidades socioeconómicas, comprendí que esa promoción libertaria, pensando sistémicamente, para que surta los efectos esperados debe estar acompañada de fuertes dosis de responsabilidad.

De ahí, la importancia de impulsar espacios de reflexión y acción dirigidos a consolidar la mixtura potente de “Libertad con Responsabilidad” que, en tiempos electorales, es una vía alternativa para combatir las posiciones extremas que, al final, pensando en el progreso de una nación lo único que hacen es enfrentar y obstaculizar el avance que los habitantes de un país esperan de quienes son o van a ser sus gobernantes.

La mezcla, al unísono, de los dos conceptos es necesaria, ya que, una libertad sin responsabilidad, se puede convertir en libertinaje, es decir, en una forma de comportamiento social en donde los vivos y abusivos, al ver que nadie les exige cuentas por sus actos, tienden a hacer lo que ellos desean en beneficio personal y/o de los grupos a los que representan.

De igual forma, al otro extremo, una vida llena de controles se tiende a volver un espacio social lleno de restricciones que, al final, terminan bloqueando a la iniciativa y creatividad del ser humano, tan necesaria para el adelanto de países como Ecuador que, pensando globalmente, está insertado en un mundo que, hoy más que nunca -más aún en tiempos pandémicos-, exige de mucha flexibilidad y adopción de cambios adaptativos profundos.

De ahí, la importancia de lograr un equilibrio -pensando en el gobierno de toda una nación- entre control estatal y la iniciativa propia de cada persona o empresa, ya que las posiciones extremas -la historia lo ha demostrado- no han funcionado: “la planificación total” desde el Estado o esperar que solita la denominada “mano invisible del mercado” apoye y regule todo. En el primer caso se asfixia todo y en el otro, con un Estado solo espectador, se corre el riesgo de que se produzcan abusos debido a que, como decían los abuelos: “en arca abierta, hasta el justo comete pecados”.

Y es, precisamente, ante estos dos escenarios, en donde la tercera opción -Libertad con Responsabilidad- es la que se debería impulsar -con bases filosóficas y mucho pragmatismo-, por ejemplo, por un lado, a promover la iniciativa privada mediante el estímulo abierto y facilitador del emprendimiento como fuente generadora de la triada interconectada de inversión, producción y empleo.

Y, por el otro lado -para lograr los resultados esperados de un desarrollo socioeconómico equilibrado-, se requerirá de la presencia de un Estado activo -jugador no solo espectador- que regule y vigile que esas iniciativas privadas se lleven a cabo enmarcadas bajo los principios de la ética, la solidaridad, la justicia y la inclusión de todos los habitantes de un país que, pensando en la propuesta de los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas, permitirían lograr un funcionamiento integrado entre todos los elementos y actores que intervienen como fuente del dinamismo responsable y sustentable de lo que ocurre en los espacios económico, social y de cuidado de la naturaleza de una nación.

Finalmente, el desafío está planteado, sumemos y multipliquemos para que, las vías alternativas de pensamiento y acción -que tienden a no ubicarse en los extremos-, sean las que contribuyan, con ideas y mucho esfuerzo sinérgico de todos los ecuatorianos, a la construcción de un país en donde haya paz, salud, educación, seguridad, producción y mucho empleo como elementos alimentadores de la esperanza necesaria que requiere la consolidación de una sociedad adaptada a una realidad que, después de la pandemia, va a exigir nuevas y creativas formas de actuar basadas en un trabajo lleno de colaboración y cooperación entre los distintos actores sociales -públicos, privados, nacionales e internacionales-.

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