Donald Trump se va sin pena ni gloria de la Casa Blanca. La que pudo haber sido su mejor oportunidad para convertirse en el líder republicano con mayor peso se desvaneció con el ataque al Capitolio, una puñalada a la historia de la democracia en Estados Unidos, con ataques a periodistas y camarógrafos a los que había intentado acallar durante todo su mandato.
El asalto al Capitolio ocurrió después de que Trump se había negado a comprometerse con una transferencia pacífica del poder, se dirigiera a miles de manifestantes y reiterara sus reclamos infundados de que le habían robado las elecciones.
El FBI ha pedido la colaboración de los testigos del asalto, para identificar a los insurrectos, a la fuerza de choque que intentó impedir que Joe Biden fuera confirmado como presidente de Estados Unidos. Entre ellos, los líderes del movimiento MAGA (acrónimo de Make America Great Again) y viejos conocidos en el mundo de la extrema derecha, la derecha alternativa y el movimiento supremacista blanco, como pusieron de manifiesto las banderas de la Confederación que algunos manifestantes ondeaban.
Muchos entraron en el Capitolio disfrazados de personajes para ocultar las armas de fuego que luego desenfundaron en el interior del edificio. Ahí estaban los Proud Boys cuyo líder, Enrique Tarrio, fue arrestado la víspera por vandalizar símbolos del movimiento Black Lives Matter en una iglesia negra, precisamente durante un mitin anterior de Trump.
Por lo pronto, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, ha dicho que Trump cometió un acto de sedición y llamó a que sea inmediatamente destituido de la Presidencia. Mientras el jefe de la Policía Metropolitana en Washington D.C., Robert Contee, dijo que 47 de las 52 personas arrestadas hasta la fecha estaban implicadas en violaciones a un toque de queda declarado a partir de las 18:00 horas y que 26 detenidos habían sido capturados por los agentes en los terrenos del Capitolio. Varias otras personas fueron arrestadas por cargos como portar armas sin licencia o prohibidas, según la agencia Reuters.
Sin duda a Trump le quedó grande la Presidencia de Estados Unidos con su discurso nacionalista, antiglobalización, algo que ha vivido América Latina con el nacionalismo del chavismo y Ecuador con el correísmo, cuando era común ver cómo se linchaba a periodistas y opositores no alineados con el discurso oficial, todos los sábados.
Trump trató de convertir a Estados Unidos en una república bananera donde todo sirve para mantener el poder, para eternizar en el poder a pequeños dictadores que creen en el poder para servirse y utilizan la palabra pueblo como escudo de sus ambiciones bastante terrenales, que terminan en grandes actos de corrupción.
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