Los dimes y diretes protagonizados por Donald Trump, al autodeclararse ganador de las elecciones en Estados Unidos, finalmente puede llegar a ser un insumo para fortalecer la democracia en Estados Unidos. El equipo de campaña de Trump ha presentado varias demandas por el conteo de votos en distintos estados clave, incluidas peticiones de detener la certificación del resultado en Arizona, Michigan y Pensilvania
Las autoridades de esos Estados, sobre los que Donald Trump ha echado lodo, en su mayoría son republicanos y han reiterado que las elecciones fueron limpias. No hubo fraude. Sus últimas declaraciones estuvieron matizadas por una velada crítica al líder republicano, pese a ser republicanos.
La irritación de los republicanos viene antecedida por el pataleo de Donald Trump al autoproclamarse ganador, pese a los resultados que dan más de los 270 votos electorales que necesitaba Joe Biden, y luego el llegar a límites verdaderamente risibles como el afirmar que si él no podía ser candidato en el año 2024 lo serán sus hijos. Lo magnanimidad de la familia Trump.
¿Cómo comenzó la vida política de Donald Trump? Primero complicando sus asesores, sobre todo a su grupo de abogados por el tema de la campaña electoral; luego destituyó al director del FBI, en medio de las denuncias de la intervención de Rusia en la campaña, cuando enfrentó a Hillary Clinton, con críticas a la seguridad de Estados Unidos y un gran respaldo a las agencias de investigación rusas.
En su campaña ofreció una alternativa para el Obamacare, el programa más ambicioso de salud de Barak Obama, que iba a reemplazar con una nueva ley. Además de construir un muro en la frontera con México, la obra que más ha visitado, porque los trenes, puertos y aeropuertos modernos que había visto en muchos países del Asia y ofreció levantar en Estados Unidos, al final de su mandato no hizo nada. Así se inauguró él en la vida política.
El segundo capítulo, ya en su administración, fue la guerra con China con el membrete de America First y la imposición de aranceles a los productos chinos, aunque China le devolvió la pelota. También están sus polémicos viajes como el realizado a Corea del Norte con alabanzas al dictador Kim Jong-Un.
Y así continuó su historia luego de cruzar la puerta de la Casa Blanca de la mano de su familia; a su hija, su yerno y hasta a sus amigos los ubicó en puestos clave.
En términos generales, se podría decir que la administración Trump hizo muy poco o nada en asuntos complejos como el manejo de la crisis sanitaria por el coronavirus; ni siquiera fue un ejemplo para los estadounidenses al ponerse la mascarilla y cumplir las medidas de bioseguridad para proteger a su equipo y hasta menospreció a los científicos que ahora trabajarán con Joe Biden.
Según el libro de del legendario periodista del Washington Post, Bob Woodward, el presidente Trump había admitido que conocía la amenaza del coronavirus semanas antes de la primera muerte en el país, pero dijo que minimizó públicamente el peligro para evitar sembrar pánico, cuando faltaban dos meses para las elecciones del pasado 3 de noviembre; declaraciones denunciadas, en su momento, como algo casi criminal por Joe Biden.
Esa ha sido la tónica de su administración.
En materia de política-económica estaba la promesa de llevar a territorio norteamericano las inversiones, las industrias, las grandes tecnológicas desperdigadas en México, China y toda Asia. Ninguna ha regresado, nadie ha querido volver. El fracaso de su política nacionalista que tantos fracasos ha visto, sobre todo en Europa y América Latina.
En su administración firmó un nuevo acuerdo con México y Canadá, se alejó de Europa, retiró la ayuda a la Organización del Tratado del Atlántico Norte y a la Organización Mundial de la Salud, menospreció el acuerdo climático de París y demás.
Donald Trump es una suerte de un gran fraude para Estados Unidos, incluidas sus denuncias sobre las irregularidades en las elecciones. Lo más lamentable es el mutis por el foro de muchos líderes del Partido Republicano, tal vez por temor; ahora Trump ha dicho entre líneas dice que busca convertirse en el líder republicano y volver a la Casa Blanca en 2024, el camino hacia la autocracia.
Autócratas son todos esos dictadores que han existido en Europa y Trump parece querer ser parte de ese grupo que incluye al de Corea del Norte, porque insiste en el fraude.
De ahí que fue muy refrescante escuchar en la corte inglesa a Boris Johnson, quien supuestamente iba a estar en la misma línea de Trump, reconocer públicamente el triunfo de Joe Biden y hablar de su esperanza de trabajar en las futuras relaciones de Estados Unidos con Gran Bretaña.
Y también muy penosas las declaraciones del secretario de Estado, Mike Pompeo, sobre una transición ordenada al nuevo gobierno de Trump, cuando quienes han ocupado ese cargo se han caracterizado por dar clases de democracia.
El discurso de Trump ha intentado alimentar la división al acusar a los demócratas, desde el inicio de su campaña, de socialistas, comunistas y hasta marxistas.
La gran pregunta del momento es que va a pasar sí Trump se niega a salir de la Casa Blanca. Por el momento, está claro que debe traspasar el poder el 20 de enero. Pero seguramente saldrá antes y se refugiara ahí en Mar-a-Lago para jugar golf y hacer como que si nada hubiera pasado. La otra pregunta es si asistirá a la transmisión de mando. Es muy probable que encargue esa tarea a Mike Pence.
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