Evo Morales, junto a Alberto Fernández y Nicolás Maduro, ha convertido el tema de su regreso a Bolivia en un show, a un año de haber huido de Bolivia tras las denuncias de un fraude electoral. Vive su etapa dorada, como una resurrección después de su abismal caída, pero ¿las condiciones en Bolivia cambiaron como para que los dados izquierdistas del socialismo del siglo XXI canten la victoria de su retorno como la suya?
Absolutamente nada. Bolivia sigue fragmentada, gracias precisamente a Evo Morales que ha comenzado a llamar al nuevo presidente Luis Arce como su ministro y da órdenes a la Asamblea para que interpele a tal o cual funcionario. Triste papel el que le toca jugar a Arce. Su regreso ha sido promocionado por las cadenas afines al chavismo, como Telesur o Rusia Today, más que el triunfo del MAS en Bolivia, donde no todos quieren a Evo Morales, una de las razones de las protestas masivas en su contra.
El mismo guión se vuelve a repetir en Bolivia, gracias a esas cadenas que hablan de que “la oficina de prensa del líder del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) informa que el acto de recibimiento que se llevará a cabo en Chimoré (trópico de Cochabamba) comenzará a las 12:00 horas locales y acudirán delegaciones internacionales, nacionales, líderes políticos y un amplio espectro representativo del pueblo boliviano”.
Bolivia tiene mucho que hacer para lograr una reconciliación, no solo entre zonas del país, sino al interior del mismo movimiento indígena. Muchos de los que vieron huir a Evo Morales tal vez no vean con tan buenos ojos su regreso. Las causas de las protestas contra Evo Morales tampoco han desaparecido. Están ahí y podrían aflorar en cualquier momento si el expresidente Evo Morales sigue tratando al presidente Luis Arce como su ministro.
El caso de Argentina no puede ser más evidente donde Alberto Fernández comienza a ser visto como una marioneta de Cristina Fernández, empeñada en tomar el control de la justicia para borrar todos los casos judiciales en su contra y el de su círculo más íntimo.
A Bolivia le queda un largo camino por transitar y Luis Arce parece entenderlo, porque ya ha comenzado a decir que su gobierno no será de confrontación, sino de reconciliación, algo que no parecen entender los amigos de Evo Morales que viven fuera de Bolivia.
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