Los consumidores ecuatorianos y las empresas del país, hasta antes de la pandemia del coronavirus, estaban en un proceso de aprendizaje sobre la dinámica y el alcance del comercio electrónico. La mayor parte de consumidores, exploraban plataformas de compra, y analizaban la seguridad de su información al momento de realizar transacciones comerciales.
Por su lado, los ejecutivos de las empresas, se centraban principalmente en analizar cómo comunicar los beneficios de sus productos de una manera virtual. Sin embargo, con la llegada de la pandemia y la implementación de todas las restricciones comerciales necesarias para preservar la salud de todos, las marcas y los consumidores nos vimos obligados a tener un aprendizaje acelerado sobre el funcionamiento y la utilidad del comercio electrónico.
Las empresas que identificaron a tiempo el efecto del confinamiento para sus actividades comerciales, lograron cambiar su modelo de negocio y empezaron a vender sus productos en las plataformas digitales y redes sociales. Lastimosamente, hubo otras empresas que no dimensionaron la crisis y cuando intentaron actualizarse o reactivar sus plataformas digitales fue demasiado tarde.
Como mercado, todavía no estábamos cien por ciento preparados para este giro en nuestros hábitos, pero muchos negocios tuvieron una buena respuesta, lograron adaptarse casi de manera inmediata a la nueva realidad y al cambio en los hábitos del consumidor.
Es muy probable que el perfiles de los consumidores, así como ciertos hábitos permanezcan en el mediano plazo debido al cambio radical de sus prioridades de consumo.
Antes, una persona estaba más interesada en actualizar una versión de un teléfono, por ejemplo. Pero ahora vemos como las motivaciones del consumo se han transformado, por ejemplo, en la búsqueda de tener nuevamente la sensación de seguridad. Antes salíamos a hacer compras, caminar en un parque, ir al cine sin usar mascarillas ni guantes a pesar de la rotación de muchos virus y bacterias en el ambiente. Ahora debemos tener cuidado hasta en actos tan sencillos como evitar tocarnos la cara; llevar siempre gel de alcohol para las manos, y usar obligatoriamente una mascarilla. Ese es un impacto bastante fuerte en nuestras motivaciones como consumidores. Los hábitos de consumo de la gente, en la actualidad, están más orientados a comprar productos de higiene, de protección, así como seguros de vida, de salud, mascarillas, bienes que antes pasaban desapercibidos.
La gente en general ahora tiene la idea fija de que la segunda prioridad después de la alimentación es la sensación de seguridad que podamos tener y si nos sentimos seguros en un lugar, en términos de salud, de bienestar a futuro, podremos seguir un proceso de compras en las tiendas físicas. Si no nos sentimos seguros en un determinado comercio nos vamos a retirar.
Esa idea de seguridad ha transformado los comportamientos de la sociedad. Los consumidores estábamos acostumbrados a ir al supermercado y de la noche a la mañana el uso de las plataformas digitales fueron obligatorias y su uso tuvo que volverse cotidiano.
Las maneras de comprar no son las mismas y podría ser que ese comportamiento se quede al menos en un mediano plazo hasta que la gente decida qué es lo más cómodo, al menos en la compra de los alimentos, uno de los sectores más dinámicos en el comercio electrónico. La venta de artículos de primera necesidad, de verduras, frutas y carnes por intermedio de las plataformas digitales tiene un potencial bastante grande a futuro.
Si bien en la cultura ecuatoriana a la gente está acostumbrada a ir a la tienda y ver el producto antes de comprar durante este tiempo de aprendizaje hemos probado algunos proveedores hasta para escoger cuál se adapta a nuestras necesidades. Y es muy probable que muchas familias, mientras persista el riesgo de salir al supermercado, mantenga la compra de alimentos vía on line.
La potencialidad de estos negocios electrónicos le va a dar mucha ventaja a microempresarios con altas posibilidades de crecimiento. Hay que ver cuánto tiempo duran las restricciones de movilidad y el impacto que tiene a escala global los procesos de cambio de conductas de consumo y de qué consumimos.
La gente ahora está más consciente de las ventajas de no ir a un supermercado; es decir, que lo que en un principio fue incómodo, ahora es considerado ventajoso.
Hay consumidores a quienes les molestaba hacer las compras en línea o poner una tarjeta de crédito en una plataforma y seguramente en el futuro volverán a un hábito de compras tradicionales, pero la mayoría ahora ve esa opción como la más segura por la salud. Ha probado las ventajas de hacer una transacción por Internet y recibir el pedido en el domicilio, sin mediar lo que significa ir al supermercado, buscar parqueadero, hacer fila para pagar en una caja, regresara la casa con todos los dolores de cabeza de manejar en la ciudad o usar el transporte público. Las compras en las plataformas tal vez serán más permanentes en ciertos segmentos de mercado.
Lo cierto es que nuestros procesos de compras como consumidores y las estrategias comerciales de las empresas, nunca volverán a ser las de antes. Solamente mediante la comprensión de los cambios de los hábitos de consumo, se podrá seguir ofertando productos y servicios con los nuevos parámetros de seguridad que el cliente valora ahora. Es responsabilidad de todos salvar la economía de nuestro país, la cual sin duda, tendrá un componente de comercio electrónico, como nunca antes había sido visto.
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