La Comisión Europea planea un regreso gradual al trabajo y las escuelas. Bruselas deja la reapertura de las fronteras exteriores para una segunda fase del fin del confinamiento, apenas tres meses y medio después de irrumpir en escena el Covid-19 que ha provocado 125.000 muertes, ha desatado una crisis económica de proporciones históricas y obliga a los países a adaptarse a un futuro que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como la nueva normalidad.
Los gobiernos ahora empiezan a relajar o levantar algunas de las medidas impuestas para frenar el avance de la epidemia y paliar los daños económicos. Una situación en la que la Unión Europea quiere evitar que se repitan las fricciones políticas ocurridas entre los países al inicio de la epidemia, según la hoja de ruta diseñada por la Comisión Europea, citada por diario El País.
La propuesta se basa en un levantamiento “gradual” y “coordinado” de los confinamientos impuestos por la pandemia en las capitales y que se sustituyan los estados de emergencia por medidas más concretas, pero igualmente restrictivas, hasta que se halle una vacuna o un tratamiento. El documento también aboga por un retorno acompasado a los puestos de trabajo, manteniendo la “distancia social” y el teletrabajo.
La nueva situación ha obligado también a la Organización Mundial de la Salud a actualizar su estrategia frente a la pandemia. Su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó el martes que mientras “algunos países están estudiando cuándo pueden levantar” las restricciones impuestas, “otros lo que están valorando es si introducirlas y cómo hacerlo”.
El organismo ha actualizado su estrategia según seis criterios que deben cumplir los países antes de levantar las medidas de confinamiento. El primero es que la transmisión del virus “debe estar controlada”. El segundo, que los sistemas sanitarios están en disposición de “detectar, realizar pruebas, aislar y tratar cada caso”, además de “rastrear sus contactos” de riesgo. El tercer punto pone el foco en minimizar los riesgos en áreas clave en la evolución de la epidemia: las residencias y hospitales.
Los otros tres criterios destacados por la OMS son la adopción de “medidas de prevención” en todos aquellos espacios donde la gente deba seguir acudiendo (según el país, centros de trabajo, educativos…), la gestión adecuada de los casos importados y la formación a la sociedad para que aprenda a convivir y reducir los riesgos frente al virus.
A nivel europeo, la Comisión fija tres criterios principales en los que debe basarse un país para tomar la decisión de poner en marcha el engranaje económico y social de nuevo. El documento, elaborado con los consejos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), pide que las capitales se aseguren antes de que la “propagación de la enfermedad ha decrecido de forma significativa por un periodo de tiempo sostenido”, que el sistema sanitario puede asumirlo en términos de acceso a medicamentos y equipamiento de protección o de disponibilidad de camas para cuidados intensivos, y que hay suficiente capacidad para detectar y controlar la propagación del virus, incluyendo pruebas a “gran escala”. Ante la duda, la Comisión señala que cualquier actuación debe basarse siempre en la ciencia y tener en el foco la salud pública.
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