Donald Trump se convirtió en el tercer presidente en Estados Unidos en ser llevado a un juicio político, acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso, con una Cámara de Representantes dividida: 230 a favor, 197 en contra (dos demócratas incluidos), en la primera acusación; 229 a favor y 198 en contra (tres deserciones demócratas y una abstención), en la segunda acusación.
Los demócratas señalaron a Trump por presionar al Gobierno de Ucrania para que iniciara unas investigaciones que le favorecían electoralmente, poniendo en riesgo la seguridad nacional, según sus argumentos. ¿Qué tan lejos llegará el proceso? Seguramente a ningún lado, dada la mayoría republicana en el Senado.
El proceso ni siquiera inmutó a Trump, pese a la solemnidad que intentó imponer a los debates la presidenta de la Cámara, Nancý Pelosi. Nadie esperaba una alteración en los mercados, ni una corrida financiera ni una guerra de nervios por la tradición democrática de Estados Unidos y porque, además, Trump logró convertir el impeachmeant en otra mancha más al tigre, desde que llegó a la Casa Blanca en un escenario marcado por el escándalo.
Primero fue la trama rusa, después los pagos a una mujer para esconder sus presuntas relaciones sexuales, a pocas semanas de las elecciones de 2016, y luego el posible ingreso de dinero de Gobiernos extranjeros para su campaña por intermedio de su imperio hotelero.
Trump no desaprovechó el escenario puesto por los demócratas para pronunciar el discurso más largo en su presidencia, en un evento de campaña de casi dos horas organizado en Michigan donde se enteró de los resultados de la votación y pudo apelar a la unidad republicana que cerró filas a su favor.
Tanto en su escenario, como en la Cámara Trump asumió el papel de víctima como el gran showman que siempre ha sido desde antes de anunciar su intento de llegar a la Casa Blanca en una carrera con nadie más y nada menos que Hillary Clinton. “¡Qué mentiras tan atroces de la izquierda radical! (…) ¡Este es un ataque a América y el Partido Republicano!”. Ese fue el mensaje que escribió en su cuenta de Twitter en pleno debate.
Lo más probable es que el Senado termine por archivar el juicio político que en cierta forma marca el arranque de la campaña electoral, por lo que Trump no ha dejado de tener fija la mirada en el 20 de noviembre de 2020, con un índice de aceptación del 45 por ciento. ¿Qué más tienen los demócratas para revertir esa tendencia?
¿Ya conoces nuestro canal de YouTube? ¡Suscríbete!
La IA marca una nueva era en los procesos editoriales
Unos suben en ascensor panorámico veloz y otros en escaleras espinosas lentas
Mente positiva
ENTREVISTA: Energía sostenible: el futuro empieza en casa
¡Sí se puede!, otra vez levanta el ánimo del Ecuador