Nicolás Maduro envió un mensaje alarmante a las democracias del continente respecto al Foro de Sao Paulo como un desestabilizador de los regímenes democráticos en América Latina. Tras las legítimas protestas sociales en Ecuador, Colombia o Chile, Maduro se refirió victoriosamente citando al Foro: “Estamos cumpliendo el plan. El plan va como lo dijimos. Va perfecto el plan… Ustedes me entienden, el plan va en pleno desarrollo, victorioso”.
Las desacertadas y mediocres intervenciones a las que Maduro nos tienen acostumbrados, han sido sustentadas a pulso con declaraciones como la citada, aunque también es inevitable que las alertas -aunque viniendo del dictador venezolano parecen una broma- se activen respecto a la reunión del Foro de Sao Paulo de julio de 2019 en Caracas – Venezuela. Se trata de una organización de partidos y grupos de izquierda fundado en Brasil por el partido de los trabajadores y otras organizaciones afines en 1990, desde reformistas hasta colectividades políticas de izquierda revolucionaria; se constituyó, supuestamente, para debatir sobre el escenario internacional después de la guerra fría y caída del muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, han probado ser un grupo operativo.
¿Es el Foro de Sao Paulo el responsable de incentivar la violencia en las recientes manifestaciones en Chile y Ecuador? El análisis nos lleva a pensar que de cierta manera es posible. La estrategia de violencia radicalizada, el caos, la rapidez de la evolución de los acontecimientos, los saqueos, la destrucción y ataque a objetivos clave se han repetido en ambos países. ¿Coincidencia?
Tampoco se trata de responsabilizarlos de la protesta en su contexto: las medidas económicas han resultado impopulares tanto para los chilenos como para los ecuatorianos, sobre todo para las clases más desprotegidas. No obstante, la espiral de violencia y descontento ha crecido hasta provocar no solo daños materiales, sino también dolorosas perdidas humanas.
Coincidencia también es que en julio de 2019, en la ciudad de Puebla en México se conformó con más de 30 líderes de la izquierda latinoamericana y española al Grupo de Puebla, un movimiento denominado “progresivamente”que tiene la intención de convertirse en un contrapeso al Grupo de Lima, el bloque democrático de la OEA, defender la revolución bolivariana y buscar alternativas para impedir que los grupos más conservadores sigan ganando espacios en la región, este grupo se reunió diez días antes del XXV encuentro del Foro de Sao Paulo en julio de 2019. ¿Es posible que los líderes “progresistas” de ambos grupos de izquierda del siglo XXI puedan obtener una tajada de las complicadas situaciones, sean responsables o financistas de los hechos de violencia anárquica en los países citados y que tengan la capacidad operativa de manipular una protesta legítima hasta desestabilizar gobiernos elegidos democráticamente para retomar el poder y convertirse a los ojos de los más desprotegidos en la solución a todos sus problemas y necesidades?
¿Coincidencia o realidad? Electoralmente los resultados en Argentina o Bolivia han reafirmado -con muchas críticas al proceso- a Evo Morales en su país y regresando a los peronistas al poder con Alberto Fernández de la mano de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, ratificando a la izquierda bolivariana del siglo XXI en estos países, un hito preocupante desde una perspectiva geopolítica y que puede a futuro agudizar la crisis regional.
Inconformidad popular o injerencia internacional. Las últimas protestas provocadas por las impopulares medidas económicas en Ecuador y Chile son legítimas y están amparadas por el derecho de las personas a una protestar pacífica, sin embargo, es inaceptable que la violencia sea considerada una herramienta para la consecución de esas luchas sociales, denominador común de ambas protestas. Podríamos también suponer que está en marcha una estrategia de conspiración internacional con la aparición paralela del Grupo de Puebla con la XXV reunión del Foro de Sao Paulo en 2019 y los triunfos electorales en Argentina y Bolivia que han reorganizado el mapa político de la región. Estos grupos en el continente han demostrado tener los medios tanto económicos, comunicacionales y aún seguidores que todavía creen que el modelo de poder socialista es la solución a todos los males de las sociedades. Un error craso si miramos en la historia y los grandes fracasos del sistema en diferentes lugares del mundo.
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