Pues ni bien empezada la mañana, la noticia estaba en las portadas de los principales diarios del mundo. The New York Times, con casi tres millones de abonados en línea, tenía razón. Los videos presentados en días anteriores en su portal eran objetos voladores no identificados, más popularmente conocidos como ovnis.
Un alto oficial de la Marina confirmó la noticia a CNN. Pero eso no es lo novedoso, el mismo oficial confesó que ese tipo de objetos se han vuelto parte del paisaje de los lugares donde entrenan sus pilotos y una razón para levantar el sigilo sobre esa información era alentar a sus futuros pilotos a que documenten el hallazgo de esos objetos porque el estigma creado alrededor de los extraterrestres es muy fuerte y muchos prefieren callar. Si el New York Times habla de ovnis algo de cierto debe haber. ¿De dónde vienen? Eso es otra cosa.
Y mientras el mundo se desayunaba con los ovnis, en Quito los exteriores de la Asamblea amanecieron forrados con un llamado muro de la vergüenza, con los rostros de los asambleístas que con sus votos y sus abstenciones impidieron aprobar en las reformas al Código Integral Penal la despenalización del aborto por violación. No había otro tema en el Twitter local, que en horas de la noche se trasladó a Facebook, entendidas las redes como el foro romano contemporáneo.
Y mientras la primavera llega al cono sur y las lluvias caen a Quito, con granizo en la zona urbana y la ya acostumbrada nieve en la vía Pifo-Papallacta, increíblemente un pronóstico advertido por el Inamhi, el mundo se preparaba para las jornadas de protesta contra el cambio climático, un millón de personas en Nueva York en el Fridys For Future, con Greta Thunberg preguntando al mundo qué hará el viernes para garantizar la supervivencia de la humanidad y del planeta que ya es visitado por ovnis.
Y cómo si eso fuera poco, sale la revista Science a informarnos que en Estados Unidos y Canadá hay 2.900 millones menos de aves que hace 50 años. Pero si eso sorprende a los ecologistas, a ecologistas y no ecologistas sigue sorprendiendo el hecho de que los datos de millones de ecuatorianos, muertos incluidos, estaban expuestos en una tienda de Amazon. ¡En una tienda! De Amazon, claro.
Es un tema, el de las filtraciones, que intenta aclarar Washington Herrera, de la Universidad Casa Grande. Y eso que quedan por fuera los ciclones y huracanes y tormentas tropicales de la parte norte del continente; el Huawei Mate, que finalmente firmó los papeles de su divorcio con Google, y el Independiente del Valle, el equipo de fútbol de Sangolqui, una escuela capaz de reinventarse de la nada.
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