El humo se juntó con un frente frío que llevó nubes densas y bajas a Sao Paulo. Y las nubes impidieron que el humo se dispersara.
“Es como hervir agua en una olla y luego poner una tapa encima. En lugar de escapar hacia arriba, el vapor se limita a la capa más baja de la atmósfera, alrededor de 2 km de altura”, explicó el meteorólogo Marcelo Celutti a la BBC.
Otra meteoróloga, Joselia Pegorim, afirmó que las imágenes satelitales mostraban humo trasladándose hacia el sur desde grandes incendios en los estados brasileños de Rondonia y Acre, así como en otros lugares de los vecinos Bolivia y Paraguay.
“A fines de la semana pasada, especialmente el viernes, podíamos ver claramente una columna de humo viniendo hacia el sur”.
Este episodio de oscuridad en Sao Paulo se produce en un momento en que el gobierno brasileño está siendo cuestionado por su manejo de la deforestación amazónica.
Las últimas cifras de Inpe muestran que se perdieron un total de 7.500 kilómetros cuadrados de bosque en 2018, un área casi un 65% más grande que en 2017.
Las cifras provisionales para 2019 estiman que la tasa de deforestación en el Amazonas se ha triplicado desde que el presidente Jair Bolsonaro llegó al poder en enero.
Solo el mes pasado se talaron más de 2.200 kilómetros cuadrados de bosque, una tasa un 280% más alta que en julio del año pasado.
Bolsonaro cuestionó públicamente los datos y generó más controversia al despedir al director de la agencia, Ricardo Galvao, el mes pasado.
“Los números, según tengo entendido, fueron manipulados con el propósito, al parecer, de atacar al gobierno y a Brasil”, dijo Bolsonaro durante una conferencia de prensa el 1 de agosto.
En los últimos días, los gobiernos alemán y noruego suspendieron las donaciones al Fondo Amazonia de Brasil, que ha sido fundamental para los esfuerzos internacionales para ayudar a frenar la deforestación.
Los noruegos han sido los mayores donantes del fondo, con más de US$1.200 millones en la última década.
“Pueden usar este dinero como les parezca. Brasil no lo necesita”, reaccionó Bolsonaro.
Alrededor del 60% de la Amazonía se encuentra en Brasil. Los expertos dicen que la preservación del bosque es crucial para los esfuerzos de mitigación del cambio climático.
Pero el presidente brasileño ha abogado abiertamente por la explotación de los recursos en la región, incluido dentro de reservas indígenas, lo cual está prohibido actualmente por la Constitución del país de 1988.
“El Amazonas es nuestro”, es algo que ha repetido a los medios.
En la campaña electoral el año pasado, prometió impulsar legislación para ayudar a las empresas mineras y agroindustriales a expandir sus actividades en áreas ambientalmente protegidas, incluido el Amazonas.
El exoficial del ejército ha sido apodado “Capitán Motosierra” por los ambientalistas debido a su postura, y también por decisiones como recortar el presupuesto de Ibama, la principal agencia ambiental de Brasil.
“Es casi una licencia para deforestar ilegalmente y con impunidad”, dijo un portavoz de Greenpeace la semana pasada.
Bolsonaro también atrajo críticas por su intento de transferir la responsabilidad de los territorios indígenas del Ministerio de Justicia al Ministerio de Agricultura.
Los legisladores de la oposición dijeron que el gobierno estaba tratando de “poner al zorro a cuidar de las gallinas”.
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