Después de tres años de frustraciones tempraneras, Barcelona vuelve a instalarse entre los cuatro mejores equipos de Europa. Y se instala como el gran candidato a levantar la Orejona. Ya sin el Real Madrid que se hizo patrón con el tricampeonato y sin Cristiano Ronaldo que quedó en el camino y no pudo extender en la Juventus su reinado.
En apenas un cuarto de hora de juego había pasado de todo. Pero eran insinuaciones, eran jugadas de riesgo que, por una cosa o la otra, no terminaban de concretarse, reseña Clarín. A los 30 segundos, Marcus Rashford quedó cara a cara con el gol en un arranque del Manchester. El delantero le dio de punta ante el achique de Ter Stegen y la pelota pegó en el travesaño.
Fueron 10 minutos brillantes del conjunto de Ole Gunnar Solskjaer. Pero en la primera aproximación del Barcelona al área rival, el equipo catalán dejó en claro que ya no necesita de tanta elaboración o de una seguidilla de pases para generar peligro. El árbitro alemán Felix Brych señaló el punto penal por una supuesta infracción a Rakitic (no pareció penal después de muchas reiteraciones) pero luego retrocedió tras revisar la jugada en el VAR.
Y en ese vértigo en el que el gol llegaba hasta la orilla en ambas áreas fue Lionel Messi el que rompió todos los moldes: guapeó, trabó la pelota, la ganó pasó con un caño a Fred, que quedó dado vuelta y tirando una patada al aire, se perfiló para la zurda y desde la medialuna la colocó con la cara interna fuerte contra el palo derecho, imposible para David de Gea.
Cuando el partido empezaba a construirse el argentino lo destrozó. Messi enseguida volvió a aparecer y volvió a festejar. Repitiendo la primera parte del libreto que había usado para abrir la cuenta: peleó la pelota, ganó, avanzó se perfiló en la puerta del área. Aunque en este caso le quedó para la pierna derecha y el toque de cara interna salió suave. Fue De Gea el que lo transformó en gol.
Cuatro intervenciones tuvo Leo en el primer tiempo. Las dos primeras fueron goles. La tercera fue un tiro libre desde lejos que quedó en la barrera y la cuarta fue una doble gambeta sensacional a Scott McTominay que no terminó en gol de milagro tras el centro de Jordi Alba, la estirada de Sergi Roberto entrando por derecha y una atajada providencial de De Gea con el rostro.
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