Los onerosos créditos con China, la entrega de petróleo como anticipo y los plazos cortos fueron parte de la política de endeudamiento del expresidente Rafael Correa. Cuando se sintió asfixiado por la falta de liquidez, debido a la caída de los precios del petróleo y el excesivo gasto público, por un aparto burocrático que creció exponencialmente, el régimen que gritaba contra el imperio, los mercados de capitales y los organismos multilaterales tuvo que volver sus ojos al FMI, al permitir la llegada de misiones para pasar revista a las cifras.
Fueron los tiempos en los que anunció que el subsidio al gas tenía fecha de caducidad porque ya todos tendrían cocinas de inducción. Los aranceles a las cocinas a gas aumentaron en un 100 por ciento. Los subsidios a los combustibles iban a ser revisados porque beneficiaba a muchos carros cuatro por cuatro. Comenzó por el subsidio a la gasolina súper. La lista del bono de desarrollo humano era revisado constantemente.
Los guiños al FMI le ayudaron, sin embargo, a hipotecar el oro del país a Goldman Sachs. La banca de inversión se puso a sus órdenes para la emisión de papeles con altas tasas de interés y, tras el terremoto de abril de 2016, el FMI aceptó otorgarle un crédito de $370 millones con tres años y medio de gracia y diez años plazo.
La confianza que despertaba el anterior gobierno en los multilaterales era cero, pese a que anunciaba grandes recortes en el gasto público, vía eliminación de subsidios sin recorte del desorbitante gasto púbico, para supuestamente congraciarse con ellos. Pero el tiempo no le alcanzó para cumplir un programa al que sus coidearios llamarían neoliberal.
El país ahora parece haberse reconciliado con el FMI, sin grandes anuncios, con la intención de sanear de una vez por todas las cuentas. El presidente Lenín Moreno anunció que el país llegó a un acuerdo técnico con ese organismo multilateral, que deberá ser revisado por su directorio, pero acuerdo al fin.
El país obtendrá, no de forma inmediata, $4.200 millones del FMI y $6.000 millones del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de América Latina, el Banco Europeo de Inversiones, el Fondo Latinoamericano de Reservas y la Agencia Francesa de Desarrollo con tasas de menos del 5% y a 30 años plazo, según el anuncio.
Lo que el gobierno hace simplemente es tratar de inyectar suero en una economía maltratada debido a los excesos de una década. De ahí que es indispensable acciones urgentes y visibles para la recuperación de los dineros públicos exprimidos por la corrupción. Es decir, la cuenta de los excesos tiene nombres y apellidos.
Hay el reconocimiento de una crisis heredada. ¿Cuál es la salida? El gobierno ha hallado una puerta más allá del discurso nacionalista o antiimperialista defendido por personas que van de compras a Miami o prefieren Europa para vivir lejos de la justicia ecuatoriana liberada del control de Gustavo Jalkh, no Zumbahua, claro.
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