Sí, se rasgan las vestiduras quienes no dudaron en hacer más de diez reformas tributarias para cargar con impuesto tras impuesto a los ecuatorianos. Impuestos por nuestra salud, para cuidar el ambiente o el planeta, para mantener la dolarización, para cambiar la matriz productiva con millones de sobornos por debajo de la mesa. El caso Odebrecht ni de lejos se ha destapado en Ecuador. Apenas hay condenas por asociación ilícita.
Sí, se rasgan las vestiduras quienes hipotecaron el país, pese a que los precios del petróleo superaron los 100 dolares el barril; se rasgan las vestiduras quienes festejaban la brutal represión contra estudiantes, indígenas, trabajadores; esos golpes contra Carlos Pérez Guartambel; esa separación de Manuela Picq; se rasgan las vestiduras los que festejaban los insultos, la misoginia de su líder ahora huido en Bélgica.
Sí, se rasgan las vestiduras porque su interés no es construir país, es destruir un país para intentar volver al poder y así gozar de toda la impunidad posible; para intentar convertir a Jorge Glas de reo de la justicia en héroe de no se sabe quién porque no ha delatado a más, al menos hasta ahora.
¿Muerte cruzada? Parece que quienes ahora proponen esa especie de boya se olvidan cómo opera ese mecanismo; se olvidan que en Montecristi se implementó un hiperpresidencialismo, que precisamente le está devolviendo la institucionalidad al país. Ahí están los nueve mejores puntuados de la Corte Constitucional que no son precisamente partidarios del Gobierno.
¿Asamblea Constituyente? Claro, porque su idea es pescar a río revuelto. Pero sus estrategias están agotadas, vacías, carentes de contenido y también son demasiado viles como para que el sentido común no se percate. Ni las decenas de medios digitales, que financian sin saber con qué recursos, les alcanza para limpiarse la cara.
Sí, se rasgan las vestiduras quienes anunciaron que eliminarían el subsidio al gas sin derecho a ninguna protesta. Ese fue el gran sueño neoliberal del anterior gobierno, el que se decía de izquierda, porque las deudas eran muchas y el derroche en traer cantantes, hacer fiestas, ir a recoger doctorados honoris causa, como quien va a comprar el pan en la esquina, llegó a límites insostenibles.
El debate sobre los subsidios es uno en el que debe entrar el país, la sociedad. No es un tema nuevo ni en Ecuador ni en América Latina. Es necesario. Cuando lo propuso el anterior presidente, el que se rasga las vestiduras desde Bélgica, todos los medios de comunicación serios, a los que tanto denosta, apoyaron el debate. ¿Contra quiénes va la cuenta de más impuestos?, ¿contra quiénes va la cuenta de más subsidios?
El anterior gobierno formó muchos nuevos ricos con medidas proteccionistas que nada han hecho por la industria local. Seguimos siendo productores de software, no de hardware.
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