Toda iniciativa que salga de la administración Trump será mirada con el lente del prejuicio, por una infinidad de razones que no viene al caso analizar. El último gran escándalo fue el desatado por el New York Times, en el que está de por medio un país pobre como Ecuador, que se habría dejado presionar con la amenaza del retiro de la ayuda militar estadounidense en caso de que presentará una resolución de apoyo a la lactancia materna en el seno de la Organización Mundial de la Salud.
Según el New York Times, otros seis países pobres de África también habrían intentado presentar la resolución, pero también habrían sucumbido presas del pánico ante las amenazas de la administración Trump por el control de un negocio que mueve $47.000 millones al año a escala global, el de la leche infantil en polvo. Hasta que finalmente habría llegado Rusia, país al que Estados Unidos no habría podido amenazar. En conclusión, el apoyo a la lactancia materna pasó, pero por la intervención de Rusia.
¿Quién en su sano juicio se podría oponer a la lactancia materna? Donald Trump, según el New York Times. Como otro capítulo para James Bond, con un presidente blanco malvado y un presidente ruso defensor de los países pobres y de la lactancia materna. Ian Fleming con una dosis de Corín Tellado.
La noticia cayó como perla a los opositores correístas que agrandaron la tesis de las amenazas para posicionar que Ecuador estaba otra vez vendido al imperio, como si gran parte del financiamiento de la última década el anterior gobierno no lo hubiera conseguido en los mercados del imperio, con asesores (banca de inversión) del imperio.
Trump el lunes acusó al NYT de divulgar una fake news, tan de boga en nuestros tiempos, aunque historia pasada en la saga de James Bond. “El artículo de Noticias Falsas del fracasado NYT hoy sobre la lactancia materna debe ser cuestionado-escribió Trump en su cuenta de Twitter-. Estados Unidos apoya firmemente la lactancia materna, pero no creemos que a las mujeres se les deba negar el acceso a la leche de fórmula. Muchas mujeres necesitan esta opción debido a la desnutrición y la pobreza”.
Según el Departamento de Estado, la resolución inicial hacía un llamado a los países a plantear obstáculos para las madres que buscan proporcionar nutrición a sus hijos, en vista de que “no todas las mujeres pueden amamantar”. Una posición contraria a la de Estados Unidos que comparte “promover la lactancia materna, así como una alimentación complementaria adecuada y oportuna”.
Ante la arremetida de críticas en las redes, el Ministerio de Salud Pública ecuatoriano tuvo que salir a negar haberse dejado influir para cambiar su política de promoción de la lactancia materna. “A lo largo de los años de defensa a los intereses de la salud pública nos hemos enfrentado a posiciones antagónicas que defienden intereses comerciales, corporativos y económicos, que han buscado derrumbar estos esfuerzos y no hemos sucumbido jamás a los intereses particulares o comerciales, ni a ningún tipo de presión”, afirmó la ministra de Salud, Verónica Espinosa.
En concreto, la resolución de la OMS a favor de promover la lactancia materna está ahí en su portal. La política de Ecuador sobre el tema permanece intacta y la realidad es que en el ecosistema urbano actual muchas mujeres no pueden dar de lactar los dos primeros años al bebé como es aconsejable, sobre todo en los países en desarrollo, debido al aumento de la población femenina empleada, entonces resulta lógico que tengan derecho a acceder a fórmulas alternativas que no menoscaben el desarrollo nutricional y la salud de los recién nacidos.
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