El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, acudió este martes al Parlamento Europeo, exactamente igual que hace unas semanas al Congreso de Estados Unidos. Se ha presentado ante los eurodiputados, ha hecho una declaración y ha escuchado una batería de preguntas, exactamente igual que en Washington. Y ha pedido disculpas por los errores de su compañía, por la lentitud en reaccionar ante la injerencia rusa y por el mal uso de los datos de millones de usuarios, repitiendo palabra por palabra lo que ya había dicho en casa. Pero hasta ahí las semejanzas.
La comparecencia de Zuckerberg en Bruselas no ha tenido nada que ver con la que hizo ante congresistas y senadores. Allí acudió convocado, por obligación, con respeto y temor ante los legisladores y reguladores. A Europa ha ido por estrategia, sin estár obligado, para lavar su cara y poco más. Habiendo pactado el cómo, el cuándo, el dónde y ante quién. Sin ningún miedo y con poquísimo que perder, informa el diario español El Mundo.
La sesión en las instalaciones de la Eurocámara ha sido un acto orquestado para cubrir el expediente. Nadie podrá acusar a Zuckerberg de no dar la cara en Europa apenas tres días antes de la entrada en vigor de la nuevo legislación sobre protección de datos. Todo ello es tan cierto como baladí.
Zuckerberg ha estado en Bruselas 75 minutos, solo con la conferencia de presidentes (un jefe por grupo), con una intervención inicial y decenas y decenas de preguntas agrupadas para las que disponía de apenas siete minutos. Un traje hecho a la medida, sin réplicas, sin tener que hacer frente uno por uno a los diputados. Algo que aprovechó a la perfección.
Es cierto que las preguntas eran apropiadas, y que se ha extendido en sus respuestas más allá del tiempo pactado, pero también que no ha abordado casi nada y desde luego pocas de las dudas importantes. Ha tirado balones fuera, ha repetido una y otra vez que tienen que “hacer un trabajo mejor”, ha usado frases enteras que traía preparadas y se habían filtrado, y ha eludido todas las reflexiones técnicas o sobre el peligro que supone que una sola firma tenga un poder tan descomunal. Y para finalizar ha dicho que en los próximos días enviaría a alguien de la empresa a “responder las preguntas técnicas”, mientras asistía al espectáculo de ver cómo representantes electos mendigaban al menos una carta para aclararles las dudas planteadas.
“En 2016 fuimos demasiado lentos para identificar la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de EEUU, no estábamos lo suficientemente preparados para hacer frente a ese tipo de operaciones coordinadas de desinformación”, admitió.
“Ha quedado claro que en los últimos años que no hemos hecho lo suficiente para evitar que algunas de las herramientas que creamos se utilizaran para hacer daño. No hemos tenido una visión lo suficientemente amplia de nuestra responsabilidad, y fue un error. Lo siento”, ha dicho el norteamericano.
Su mensaje, ya muy conocido, es que su empresa fue ingenua, fue imprudente y cometió errores muy graves. Por ello ha asegurado que están “yendo mucho más a fondo para cumplir con las nuevas reglas” sobre protección de datos que en Europa entrarán en vigor el próximo día 25. Y para evitar que su enorme potencial sea usado con fines espurios. “En 2016 fuimos demasiado lentos para identificar la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de EEUU, no estábamos lo suficientemente preparados para hacer frente a ese tipo de operaciones coordinadas de desinformación”, ha admitido. “Ahora lo estamos haciendo mucho mejor. En las elecciones francesas o las alemanas, por ejemplo”.
Sin embargo sus palabras no han sido acogidas precisamente con aplausos. “Disculparse es necesario, pero usted sabe que no es suficiente”, le ha reprochado Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo. “Yo creo en el mercado y en las reglas, pero quizás ha llegado el momento de partir Facebook por el excesivo poder que acumula. “¿Puede convencerme de que no lo hagamos”, le preguntó. “Cómo quiere ser recordado? ¿Como Steve Jobs o Bill Gates, que mejoraron la sociedad, o como un genio que creó un monstruo que está destruyendo nuestras democracias?”, le ha espetado en vano el alemán.
“Usted se ha disculpado más de 15 veces desde 2003, y después de cada una de ellas su empresa ha vuelto a hacer algo indebido. ¿Va a ser capaz de arreglarlo. Hay un problema muy serio”, ha coincidido Guy Verhofstadt, líder de los liberales (Alde) comparando Facebook con los bancos y pidiendo regulaciones mucho más severas.
“Podrá garantizar que no habrá injerencias en las elecciones europeas de 2019”, le ha inquirido el líder de los socialistas, Udo Bullman. Y a eso, más o menos, si ha replicado, asegurando que será “una de las prioridades”, que se han eliminado hasta 580 millones de cuentas falsas, diciendo que “el discurso del odio, la violencia, el terror y la injerencia no tienen lugar” en sus servicios, asegurando la “contratación de decenas de miles de personas para revisar contenidos” y mejorar las “herramientas con inteligencia artificial para descubrir el contenido enseguida”, así como abriendo la puerta a seguir eliminando aplicaciones que hagan mal uso de los datos de los ciudadanos.
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