La maquinaria chavista se desinfla ante la alta abstención en Venezuela, titula El País. Eso porque los mecanismos de control implementado por el Gobierno de Nicolás Maduro no lograron una gran movilización en las elecciones del domingo.
Gabriela Pastor, una empleada de la administración pública, llevó el domingo a los que salieron del centro de votación del liceo caraqueño Andrés Bello, el que concentra más electores en Venezuela (12.200), hasta una esquina cercana al colegio. Ahí pidió a los reclutados el carnet de la patria, una tarjeta de identidad creada y exigida por el Gobierno de Nicolás Maduro, con la intención de registrar a los que sufragaron.
Según El País, en su tableta escaneaba el código QR y aparecía el registro de la persona, así ella marcaba la opción que indicaba que esa persona había votado.
El de Pastor es un oficio itinerante que se ha repetido en los “puntos rojos”, unas tiendas de campaña instaladas por el gobernante Partido Socialista de Venezuela (PSUV) a pocos metros de los centros electorales del país. Es una estrategia reconocida por Maduro, que resultó reelecto como presidente en unas elecciones boicoteadas por la oposición y la comunidad internacional.
“Los puntos rojos, los puntos tricolores, han existido tanto en filas del chavismo como en la oposición durante 20 años. Son pequeños kioskos que se colocan para mover el voto partidario, cada quien lo mueve, eso ha existido toda la vida. ¿Por qué pretenden criminalizarlo? No, no son criminales, son gente humilde que participa en los movimientos políticos y participa en la maquinaria de movilización. Yo le rindo un homenaje a los puntos rojos, a las UBCH (Unidad de Batalla Bolívar-Chávez) y a todo el pueblo humilde que con el sistema de QR llevó a la gente a ejercer el voto”, dijo tras conocer los resultados electorales.
Maduro también ha defendido al misterioso carnet de la patria al asegurar que permite otorgar beneficios a la población.
El músculo de la maquinaria chavista ha recaído, precisamente, en los puntos rojos y en el carnet de la patria en las últimas cuatro elecciones de Venezuela. Pero la alta abstención, calculada por el Consejo Nacional Electoral en 54%, ha desnudado la fragilidad del mecanismo de control y movilización de los votantes, asegura El País.
Los chequeados en este sistema recibieron un mensaje de texto en sus celulares que les agradecía haber ayudado a mantener la revolución. Muchos tenían la esperanza que después de esto se entregara un bono en bolívares de monto aún desconocido, indicaron a este diario.
Históricamente el chavismo ha sabido mover gente en elecciones. Todos los recursos, mucho ruido, jeeps, autobuses, motos y mecanismos de presión como las llamadas telefónicas se han complementado al llamado 1×10, una estrategia en la que cada militante y empleado público está comprometido a convencer y llevar a 10 electores a las urnas. Los resultados de participación denotan que la afinada maquinaria roja perdió músculo: los 5,8 millones de votos que sacó Maduro, apenas 29% del electorado, lo demuestran.
La desobediencia pedida por la oposición con el boicot a las elecciones fue aplicada por una porción de quienes son, supuestamente, el voto duro de Maduro.
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