No habrá Nobel de Literatura debido al escándalo de acoso y abusos sexuales en el entorno de la Academia sueca, que afronta el peor momento desde su fundación en 1786. En 2019, se entregarán dos galardones, explica por teléfono desde Estocolmo la directora administrativa de la Academia, Louise Hedberg. “Se ha llegado a esta decisión porque la Academia está actualmente mermada y afronta una pérdida de confianza del público”, explican en un comunicado los miembros de la institución.
La acusación pública el pasado noviembre de 18 mujeres contra el dramaturgo y fotógrafo Jean-Claude Arnault, esposo de la académica Katarina Frostenson, escandalizaron a la sociedad sueca y sacudieron los cimientos de la institución. Tras los graves testimonios, publicados en el diario Dagens Nyheter, se descubrió que la Academia, que financiaba y apoyaba artísticamente a Arnault, había ignorado la alerta de una de las víctimas, que escribió una carta a la institución contando su caso hace 20 años.
El artista francés había acosado a esposas, hijas y trabajadoras de la Academia, que nunca había tomado cartas en el asunto. La polémica provocó una cascada de dimisiones, incluidas la de la esposa del supuesto agresor y la de la secretaria permanente, Sara Danius, que había liderado al grupo que pedía que se esclareciese la situación y se tomasen medidas, según El País.
La carta ignorada no fue el único descubrimiento de una auditoría encargada por Danius antes de marcharse: el escándalo sexual destapó que Arnault había filtrado en varias ocasiones el nombre de los galardonados antes de tiempo; también que el centro cultural que dirigía y que había recibido miles de euros de financiación de la Academia era también propiedad de su esposa.
La opacidad de la Academia, que se rige por sus propios estatutos que han cumplido más de dos siglos y no tiene que rendir cuentas, contribuyó a silenciar el escándalo durante años.
Anna-Karin Bylund, la artista que alertó hace dos décadas a la Academia sobre la actitud Jean-Claude Arnault, cree que la decisión de posponer la entrega del Nobel de Literatura es acertada. Sin embargo, considera que los miembros que quedan en la Academia deberían dimitir. “Es la única solución para que la institución recupere su prestigio”, dice desde Estocolmo.
Gabriella Hakansson, escritora y una de las 18 mujeres que denunció públicamente al artista francés, coincide en que hasta que eso no ocurra la Academia no recuperará la confianza del público. Después de que varias denuncias contra Arnault se archivasen por falta de pruebas o porque habían prescrito (incluida la de Hakansson), las autoridades investigan ahora una alegación por agresión sexual. El artista ha negado todas las acusaciones a través de sus abogados.
La Academia se había quedado sin quorum para elegir al Nobel de Literatura. La última en renunciar a su puesto ha sido la académica Sara Stridsberg. Con ella, seis personas han salido ya del organismo en el último mes. La renuncia de Stridsberg llegó después de la salida de la académica Katarina Frostensony y la de la secretaria permanente, Sara Danius, encargada de anunciar el Nobel de Literatura. A principios de abril, otros tres académicos —Klas Östergren, Kjell Espmark y Peter Englund— dejaron su silla en la institución.
Así, solo 10 de los 18 asientos están ocupados —dos autoras boicotean a la institución por otros motivos desde hace años— y no pueden ser sustituidos: los estatutos marcan que la membresía es de por vida y no recoge que se pueda dimitir. Según los estatutos del centro, esta circunstancia no permitiría elegir a nuevos miembros.
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