La jueza Lucila Gómez aceptó el miércoles 27 de diciembre de 2017 la acción de protección que presentó el canal de televisión Teleamazonas en contra del superintendente de Información y Comunicación, Carlos Ochoa, que había sancionado al medio de comunicación con el 10% de la facturación de los últimos tres meses.
La sanción fue por un proceso iniciado por Ochoa, que él mismo juzgó y sentenció porque el medio de comunicación se había negado a transmitir una réplica grabada que el funcionario envío tras unas declaraciones de la asambleísta de Creo, Lourdes Cuesta, que ha propuesto una nueva Ley de Libertad de Expresión, tras mostrar estadísticas sobre los procesos contra medios seguidos por ese organismo creado durante la administración del expresidente.
La sanción quedó sin efecto porque la jueza Gómez había llegado a la conclusión de que Ochoa había violado la norma del debido proceso y la imparcialidad, y el superintendente de Comunicación fue llamado disculparse públicamente con Teleamazonas. Ochoa lo que hizo fue enviar una escueta carta a Teleamazonas en la que, luego de alegar que no acoge el fallo judicial, ofrece disculpas por la sanción impuesta.
Los que tanto hacían apología del cumplimiento de las leyes diseñadas por un grupo que pensó eternizarse en el poder ahora simplemente se niegan a acoger sus fallos y hasta en sus disculpas exhiben ese aire de soberbia que caracterizó a 10 años de poder absoluto.
Es curioso el proceder de los funcionarios públicos sin el respaldo de todo el aparato de propaganda, con cadenas sabatinas incluidas, y sin la espada del error inexcusable del Consejo de la Judicatura sobre los jueces que deben decidir sobre el debido proceso. Los que tanto hacían apología del cumplimiento de las leyes diseñadas por un grupo que pensó eternizarse en el poder ahora simplemente se niegan a acoger sus fallos y hasta en sus disculpas exhiben ese aire de soberbia que caracterizó a 10 años de poder absoluto.
Cuando a la Supercom no le gustaba una réplica o una disculpa en un medio lo que hacía simplemente era obligar a ese medio a publicar piezas de propaganda diseñadas en oficinas de relaciones públicas para decir que la única verdad verdadera era la que dictaba el ex ahora residente en Bélgica y que ahora anuncia su llegada al país para defender su derecho a eternizarse en el poder, a su capricho de reelegirse indefinidamente, como si los tiempos pudieran volver a repetirse, como si todos los movimientos sociales que ayudaron a llevarlo al poder siguieran ahí expectantes de sus palabras.
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