Campeones del mundo en 2006 como Pirlo, Totti, Del Piero, Inzaghi o Gattuso… Italia sigue con el mismo estado de congelación vital que acompaña a un país que se resiste a afrontar que no estará en el Mundial de Rusia. “¿Y qué haremos en verano? ¿Verlo por la televisión? ¿De verdad? ¿Nosotros?”
No hay quien entable conversación sin pasar antes por el trance de evaluar la histórica eliminación, según El País. Las justificaciones más dolorosas que contaminan el ambiente no son las que se empeñan en catalogar el mayor fiasco de la tetracampeona del mundo en sesenta años como un acontecimiento aislado, hasta casual, sino las que plantean que semejante apocalipsis se veía venir, aunque nadie se atreviera a avisar de ella.
“El calcio debe ser refundado completamente. Es el momento de tomar decisiones que quizá en los últimos años no se ha tenido la valentía de afrontar”, señaló Luca Loti, ministro de Deportes del Gobierno italiano. “Creo que es importante aprovechar este momento para poner en orden todo el fútbol italiano, desde los juveniles a la Serie A”, dijo el mandatario.
El xenófobo líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, recurrió al discurso racista para explicar el resultado de la selección. “Demasiados extranjeros en el campo. Desde los juveniles a la Serie A. Y este es el resultado. Más espacio para los chicos italianos, también en los terrenos de juego”, escribió en su cuenta de Twitter. El exprimer ministro Matteo Renzi le contestó llamándole “chacal” y recordándole el éxito en 1998 de una selección francesa multiétnica.
Lo cierto es que el mayor éxito de las categorías inferiores de Italia se remonta al subcampeonato de la Eurocopa sub-19 de 2016 y al cuarto puesto de la sub-20 en el último Mundial. Además, su gran estrella de futuro, Marco Verratti, ausente ante Suecia por acumulación de tarjetas, no ha respondido a las expectativas.
“Para el fútbol italiano es un desastre. Es una situación casi inédita que desde luego daña su imagen. A veces hay que tocar fondo para levantarse y es el momento de hacer examen de conciencia”, analiza Ramón Rodríguez, Monchi, director deportivo de la Roma. Para él, sin embargo, el fiasco mundialista no responde a un descenso en la calidad del juego, sino a factores de largo recorrido.
“El potencial del fútbol italiano no coincide con esta eliminación. Es un fútbol que está creciendo mucho, fundamentalmente porque tiene muy buenos entrenadores y porque se está trabajando bien a la hora de captar talento”, comenta. “El análisis ha de ser más amplio que una simple personalización de la culpa. Esto ya viene de lejos… En los Mundiales de 2010 y 2014 cayeron eliminados en la fase de grupos. Ya venían avisando”.
Si las victorias reparten gloria a partes iguales, las derrotas tienen un marcado carácter personalista. El seleccionador, Giampiero Ventura, es hoy el principal causante del desastre. Ventura se hizo con el banquillo italiano tras la marcha de Antonio Conte en junio de 2016, en una decisión, cuando menos controvertida.
El técnico de Génova, de 69 años, había dirigido al Torino durante cinco temporadas (2011-2016), un club de ilustre pasado pero modesto presente, de ahí que su nombramiento no despertase demasiado entusiasmo.
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