Amy Winehouse fue la salvaje cantante británica que con su voz rasgada revitalizó el soul. Una artista completa cuya fama le proporcionó constantes titulares a la voraz prensa amarilla de su país por su polémica vida privada. Casi cuatro años después de morir por ingerir demasiado alcohol, su nombre regresa a las portadas británicas ante lo que promete ser otro largo culebrón.
El inminente estreno en Cannes del documental Amy, dirigido por el británico Asif Kapadia, director del excelente Senna (sobre el fallecido piloto de fórmula 1 Ayrton Senna) ha provocado la ira de la familia Winehouse, en particular de su padre, el hombre que según el documental introdujo a la artista en el mundo de las drogas y el alcohol.
“Tenían una idea muy clara de la película que querían hacer y no tenían ninguna intención de permitir que sus amigos o la verdad se interpusieran en su camino” ha clamado en el diario The Sun Mitch Winehouse, a quien se retrata además como a un padre siempre ausente, algo que marcó dolorosamente a la estrella.
Algo que resulta curioso, pues en marzo de este año el propio Mitch decía sentirse satisfecho con la realización del documental. “Hemos tenido muchas propuestas para hacer un documental sobre la vida y el trabajo de Amy. Los productores de Senna presentaron una visión que mira la historia de nuestra hija con sensibilidad y honestidad, sin sensacionalismos. Queremos que sea un tributo a su legado musical”, rezaba el comunicado que emitía la familia Winehouse. Ahora parece que el padre de la cantante ha cambiado de opinión.
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