Ciudad de México se topó el martes con su peor pesadilla. Un terremoto de magnitud 7,1 sacudió al país pasada la una de la tarde. Al menos 230 personas han fallecido en distintas zonas, según las autoridades, que no descartan que la cifra aumente con las horas. El sismo se produjo 12 días después del de mayor magnitud (8,2) en 85 años y que provocó la muerte de un centenar de personas en Chiapas y Oaxaca.
El de este martes fue menor en intensidad, pero el hecho de que el epicentro estuviese más próximo a la capital provocó que los daños sean mucho mayores. Los servicios de telefonía y electricidad, se colapsaron. Decenas de edificios se vinieron abajo, entre ellos dos escuelas. En uno de los colegios murieron al menos 32 niños y cinco adultos. reseña El País.
Pero mientras transcurren los momentos más dramáticos de los rescates y se disminuyen las oportunidades de seguir hallando gente con vida de los escombros, las alertas se encendieron con la noticia de lo que podría ser una fuerte tormenta en México.
El Servicio Meteorológico Nacional emitió en la tarde del miércoles un aviso en el que prevén “lluvias y tormentas puntuales fuertes acompañadas de descargas eléctricas en el Estado de México, en Morelos, Tlaxcala y Puebla, así como lluvias con intervalos de chubascos en Hidalgo”.
De acuerdo a información publicada por Televisa, las autoridades llamaron a los ciudadanos a permanecer en sus hogares para no entorpecer los rescates. Las necesidades para ayudar también se modifican con el clima y en redes sociales comenzaron a pedir donaciones de impermeables, carpas y lonas.
Ciudad de México es ahora una ciudad herida que vibra con la solidaridad de sus vecinos. Si algo ha marcado a la capital mexicana fue el sismo de 1985, en el que murieron más de 10.000 personas. Es constante escuchar hablar de la solidaridad de entonces, de cómo la capital se volcó por buscar supervivientes, de ayudar a las víctimas.
Lo hacen muchas veces como si se tratase de una reliquia del pasado, algo que no iba a volver ocurrir, no ya porque la ciudad no fuese a sufrir otro terremoto, sino porque las cosas, el país, habían cambiado.
El terremoto golpea al país cuando aún no se ha recuperado del sismo de hace 12 días. Las víctimas de los Estados de Chiapas y Oaxaca, dos de los más pobres del país, aún esperan que les llegue la ayuda prometida. El reto para el Estado se multiplica. El presidente, Enrique Peña Nieto, convocó al Comité Nacional de Emergencias y anunció el despliegue de 3.000 militares en la capital.
La comunidad internacional se ha volcado en apoyo a México. Los mensajes de respaldo de los líderes mundiales no han cesado. Tampoco el del mandatario que más ha humillado a los mexicanos en el último año.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que tardó tres días en solidarizarse con México tras el terremoto de hace dos semanas, escribió un tuit de apoyo el martes y habló este miércoles con Peña Nieto por teléfono, según confirmó la Casa Blanca. A la misma hora, ajenos a las derivas diplomáticas, los servicios de rescate se apuraban por encontrar supervivientes entre los escombros, que cargaban miles de vecinos.
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