Los contratos en el mundo del fútbol siempre tienen un prototipo que generalmente son vigilados por las federaciones nacionales y luego por las regionales. En España existe uno tipo que proporciona LaLiga, que regula la principal competición a nivel de clubes de ese país. Y es de cumplimiento obligatorio para todos los equipos.
Su cumplimiento es vigilado primero por LaLiga, a nivel de España, y luego por la UEFA. Igual ocurre en América Latina, primero a nivel de la Federación de un país y luego por la Conmebol. En esos contratos hay unas cláusulas que son generales donde se especifica claramente las formas de rescisión de los contratos, las indemnizaciones, en el caso del rompimiento unilateral, por una parte o por otra.
El buen o mal rendimiento del cuerpo técnico o de los jugadores no aparece en ningún documento contractual, porque estos siempre deben favorecer al empleado, no al empleador. El que tiene la fuerza en esa negociación es el club o la Federación, en caso de tratarse de una selección nacional.
Si no fuera así los equipos cada tres o cuatro partidos con resultados negativos estarían cambiando de cuerpo técnico. Porque ya sea en las primeras jornadas, a mitad de temporada o al final, los entrenadores suelen ser los primeros damnificados cuando las cosas van mal. Pero el año pasado hubo un caso bastante atípico en la Liga española.
Si un entrenador es dado de alta en un equipo no puede trabajar en otro club esa misma temporada. Esa restricción existe en todas las Ligas. Esa regla existe para los técnicos o los futbolistas.
Marcelino García Toral fue dado de alta como entrenador del Villarreal en julio, pero fue despedido fulminantemente apenas una semana antes de que arrancase la temporada, antes de comenzar el campeonato y sin haber dirigido al Villarreal en ningún partido oficial.
El reglamento de La Liga dice que temporada oficial se inicia el día 1º de julio de cada año y concluye el 30 de junio del siguiente. Si bien Marcelino no llegó a dirigir ningún partido oficial con el Villarreal, fue oficialmente el entrenador del Villarreal y, por lo tanto, no podía fichar por ningún otro club de la misma división. No pudo entrenar a nadie durante un año. Se pasó un año en el banco, por decirlo de alguna manera.
Si un entrenador es dado de alta en un equipo no puede trabajar en otro club esa misma temporada. Esa restricción existe en todas las Ligas. Esa regla existe para los técnicos o los futbolistas.
Por eso los contratos en el mundo del fútbol están bastante bien definidos. Hay cláusulas de cumplimiento obligatorio para todos los clubes, pero también hay cláusulas que se pueden modificar o rellenar en función de las necesidades o los intereses de las partes.
Entre las cláusulas de cumplimiento obligatorio está la negociación de varios conceptos de salario, la remuneración fija más las remuneraciones en función de los objetivos del equipo contratante y las indemnizaciones en caso de rompimiento unilateral. También deben constar el tema de las dietas, viáticos.
En las funciones obligatorias de un entrenador está el nombrar capitán, el buscar a los jugadores que necesite. Eso tiene que estar muy especificado en los contratos. El DT debe ser la máxima autoridad a la hora de hacer la selección de jugadores. No puede haber interferencia. Esas cosas están fijas.
Entre las cláusulas no obligatorias pueden estar los objetivos que tenga el equipo, por ejemplo si al club le interesa mantenerse en primera división, porque si se va a segunda económicamente es un desastre, podría hacer constar como una cláusula que si consigue ese objetivo recibirá un premio y si no será cesado.
Partidos ganados, partidos jugados o un número de partidos a lo largo de la temporada, también se puede incluir en la negociación cuando se trata de jugadores. En el caso de un técnico de alto nivel una cláusula de negociación puede ser partidos ganados o la clasificación a un torneo internacional de importancia.
Lo que ha hecho la Ecuafútbol es lo correcto, mantener a Quinteros como su empleado hasta la terminación del contrato que seguramente debe estipular un salario y aparte unas bonificaciones en función de partidos ganados o partidos dirigidos, y encargar a otro la Dirección Técnica.
En el caso de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, su mayor interés debió haber sido llegar al Mundial de Rusia en 2018, pero por cómo se desarrollaron las cosas con el técnico Gustavo Quinteros es evidente que no hubo una cláusula de ese tipo.
Por eso lo que ha hecho la Ecuafútbol es lo correcto, mantener a Quinteros como su empleado hasta la terminación del contrato que seguramente debe estipular un salario y aparte unas bonificaciones en función de partidos ganados o partidos dirigidos, y encargar a otro la Dirección Técnica.
La Ecuafútbol así solo está obligada a pagarle el salario, pero se ahorra las bonificaciones por objetivos que pudiera haber en el contrato. Queda salvada de pagar cualquier indemnización.
Quinteros no va a poder ir a entrenar a otro sitio y si encuentra un lugar o equipo donde entrenar tendrá que ir a la FEF y pedir la rescisión voluntaria de su contrato.
Lo que la FEF debió haber hecho, antes de tomar esa decisión, fue simplemente haber leído el contrato y acogerse a sus cláusulas. Es decir, si bien no lo puede sacar, porque no debe haber ninguna cláusula que penalice los resultados, si lo puede dejar con el mínimo de ingresos para cumplir el contrato hasta el último día.
Quinteros no va a poder ir a entrenar a otro sitio y si encuentra un lugar o equipo donde entrenar tendrá que ir a la FEF y pedir la rescisión voluntaria de su contrato.
Esa es una solución administrativa que pasa por meter al DT en la congeladora sin dejarlo en libertad para que pueda ir a entrenar en otro club y pagarle el mínimo, sin primas ni nada.
Experiencia y sangre nueva para la Tri, la combinación perfecta para luchar hasta el final. Vamos Ecuador hoy y siempre #TodosSomosSelección pic.twitter.com/kCArQBYdHl
— FEF Ecuador (@FEFecuador) 25 de septiembre de 2017
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