El conteo rápido del Consejo Nacional Electoral tenía como objetivo obtener resultados electorales oportunos, en forma segura, confiable y transparente. Ha sido definido como un ejercicio de registro de los datos sobre resultados de una elección en una muestra de centros de votación seleccionada según métodos probabilísticos.
Este conteo utiliza una muestra del 25% a 30%, de un total de más de 40 mil Juntas Receptoras del Voto y 3.500 recintos electorales que existen en el país.
Con ese sistema las tendencias de las elecciones generales del 19 de febrero de 2017 fueron conocidas ese mismo día con los consecuentes problemas que llegaron después por la lentitud con el que avanzó el proceso tras el escrutinio del 80% de las actas.
De ahí que sorprende las declaraciones del titular del CNE, Juan Pablo Pozo, de que se estaría analizando prescindir de esta herramienta en la segunda vuelta electoral, aunque permitirá que lo siga haciendo la organización Participación Ciudadana. ¿Por qué no al conteo rápido oficial? ¿Para qué meter suspicacias en un proceso tan corto?
En estos tiempos donde cualquier hecho que ocurre en el mundo se puede conocer en el instante mismo resulta inconcebible que una organización como el Consejo Nacional Electoral no pueda garantizar un rápido flujo de la información de un proceso que tendrá pendiente al país al cierre de las urnas.
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