El filósofo, historiador, lingüista y crítico literario Tzvetan Tódorov, ganador del premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2008, murió este martes en Francia por complicaciones derivadas de una enfermedad neurodegenerativa, a los 77 años, según BBC Mundo.
El pensador, nacido en Bulgaria pero de nacionalidad francesa, era considerado uno de los grandes intelectuales europeos contemporáneos y fue profesor en las universidades estadounidenses de Yale, Harvard y Berkeley.
También se desempeñó como director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje del Centro Nacional de la investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés).
Conocido principalmente en América Latina por La conquista de América: el problema del otro, Tódorov siempre estuvo interesado en el tema de la alteridad, el que también exploró en obras como El hombre desplazado y Nosotros y los otros.
“Quizá sea un ingenuo, pero no creo que nada de lo que sufrimos hoy sea irreversible. Me niego a creer en una fuerza sobrenatural que nos impone cosas que no se puedan cambiar. Esto es un asunto humano. Y los cambios vendrán de nosotros”, dijo en una entrevista con diario El Mundo en 2013.
La experiencia totalitaria, Los enemigos íntimos de la democracia y Muros caídos, muros erigidos, entre otros, lo cimentaron como un pensador político con mucho que decir en la actualidad.
“Desde fines de la Guerra Fría, la democracia en Europa está sometida a numerosos peligros. Y la mayoría de ellos no procede del exterior, sino de las reglas y mecanismos de la propia democracia “, aseguró Tódorov. “En la sociedad actual estamos exagerando el miedo a los otros. Y ese terror a los que consideramos bárbaros nos convierte en bárbaros a nosotros”.
Ninguna curiosidad le fue ajena. Teórico literario, crítico de arte y literatura, lingüista, filósofo, historiador. De los formalistas rusos a la filosofía del lenguaje. De los maestros de la pintura flamenca del renacimiento a Goya. De la conquista de América a los campos de concentración. De Oscar Wilde a Rilke. Y de todas esas sendas a la dirección única de la democracia.
Le tocó nacer en Sofía, en 1939, donde estaba abolida la libertad, la alegría, el pensamiento, destaca El Mundo. Soportó el autismo totalitario hasta los 24 años, cuando desembarcó en París bajando del fondo de un tren helado. Allí confeccionó un pensamiento crítico desde la lucidez, jamás desde el rencor. Y eso le otorgó un mirar panorámico que esgrimía como un quinqué. “En la sociedad actual estamos exagerando el miedo a los otros. Y ese terror a los que consideramos bárbaros nos convierte en bárbaros a nosotros”.
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