“¿Qué hubieran hecho ustedes?”, preguntó el presidente de México, Enrique Peña Nieto, esta semana tras los violentos disturbios en todo ese país por el incremento del 14 al 20 por ciento en los precios de los combustibles tras la vigencia de una cuestionada Reforma Energética.
Desde el 1º de enero de este año, en México existen 90 tarifas distintas que se mantendrán fijas hasta que el 18 de febrero los precios comiencen a ajustarse de forma diaria.
Ahí la explicación del malestar de los mexicanos, porque México es el cuarto mayor consumidor por persona de combustible. Junto a los sudafricanos son los que más porcentaje de su ingreso anual (3,5%) destinan al gasto en los combustibles.
La Reforma Energética de México, en realidad, puso fin al monopolio de la gasolina en manos de la estatal Pemex, porque permitirá que gasolineras de otras compañías puedan entrar a competir con la estatal desde 2018, año en que sería liberada la importación de combustibles.
Lo que pasa en México podría pasar en cualquier país petrolero de América Latina, como Ecuador, con Gobiernos que parecen no saber cómo vivir en tiempos de vacas flacas, sin altos precios del petróleo. Aquí ya se liberó el precio de la gasolina Súper, pero falta por ver hasta dónde un Gobierno en plan de retirada podrá extender la cuerda.
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