La aerolínea boliviana responsable del avión que cayó en Colombia la semana pasada tiene deudas por conceptos de mantenimiento con la Fuerza Aérea de Bolivia. El piloto fallecido, Miguel Quiroga, era uno de los accionistas de LaMia y estuvo detenido hace cinco meses por esa deuda y recobró su libertad a los pocos días gracias a un recurso judicial, dijo el ministro de Defensa boliviano, Reymi Ferreira.
“LaMia llevó tres aviones para ser reparados a la Fuerza Aérea de Bolivia en 2014; solo pago la mitad. No retiró otros dos aviones y tampoco pagó por almacenaje. Los dos aviones están retenidos”, dijo. Según Ferreira, hubo fallas operativas que no pueden ser atribuidos a Bolivia, sino a los responsables del vuelo.
“El error es de dos o tres personas, entre ellos los operadores. Se está haciendo enorme daño a la aviación boliviana, pero no es el error de un país”, dijo en alusión a posibles sanciones. El gobierno abrió una querella penal en contra de dos controladores aéreos que autorizaron el vuelo y lleva adelante una investigación propia.
Más temprano, uno de los sobrevivientes del accidente aéreo en Colombia, en el que murieron 71 personas, aseguró el lunes que nadie sabía lo que ocurría con la aeronave y que todos a bordo creían que aterrizarían sin problemas.
El técnico aeronáutico boliviano Erwin Tumiri, quien se encuentra en Cochabamba recuperándose del accidente, dijo a la cadena radial colombiana BLU Radio: “Nadie sabía ni supo lo que estaba pasando. Todos creíamos que íbamos a aterrizar porque el tripulante ya lo había anunciado y estábamos esperando eso”.
Ni los pilotos ni la tripulación alertaron al pasaje sobre la emergencia. “Nosotros sentimos el descenso, pero pensamos todo el tiempo que era un aterrizaje. Todo fue muy rápido. De un momento vibró el avión, se apagaron las luces y se prendieron las de emergencia”.
Tumiri relató que nadie se puso en posición fetal para recibir el impacto, como aconsejan las normas de seguridad, porque “nadie sabía que había un problema. Nosotros estábamos preparados para aterrizar. No hubo tiempo para nada, ni hubo gente gritando”.
El técnico señaló que inicialmente la aeronave iba a parar en Cobija, Bolivia, para abastecerse de combustible “pero no pasó y nunca me dijeron por qué”. Tumiri también explicó que su labor como técnico era la de abastecer el combustible y revisar que todo estuviera bien. Sin embargo, agregó que calcular el combustible en relación a la distancia no era su responsabilidad, sino del despachador.
“Creo que el piloto debió comunicarse al menos conmigo sobre la situación. Yo me enteré de eso por Ximena (Suárez, auxiliar de vuelo sobreviviente), que me dijo que había poco combustible”, agregó. Tumiri recotdó que durante el vuelo todos estaban alegres: “unos jugaban cartas, otros escuchando música; el ambiente era de alegría”. Incluso el técnico del Chapecoense le estaba enseñando a hablar portugués.
Tras el accidente sólo recuerda que despertó boca abajo, “así como entre sueños. Estaba lloviendo y oscuro. Vi a Ximena, que estaba atrapada, y ahí la cogí. Estábamos en medio de un bosque”.
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