Nueve muertos y un saldo desconocido de desaparecidos ha dejado en Costa Ricas el paso del huracán Otto por el mar Caribe y el océano Pacífico, en pueblos de la zona norte del país, fronteriza con Nicaragua. Al momento las autoridades contabilizan siete mil personas alojadas en albergues y el mantenimiento de la alerta roja fue el primer parte dado por el presidente de la República, Luis Guillermo Solís.
Los estragos provocados por las lluvias torrenciales y los vientos de más de 150 kilómetros por hora han sido desastrosos, según las autoridades. Las muertes ocurrieron en el cantón de Bagaces, colindante con el pueblo fronterizo Upala, el más golpeado por el huracán.
Según el diario La Nación de Costa Rica, en ese pueblo la intensa lluvia caída durante seis horas descargó una cantidad de agua equivalente a la de mes y medio. Los ríos se desbordaron y dejaron al centro urbano, de unos 17 mil habitantes, cubierto de agua y barro.
El mayor efecto del huracán ocurrió al anochecer, varias horas después de su ingreso a tierra por el Caribe Sur de Nicaragua, país que reportó daños menores y ninguna víctima. Por la noche se conocieron los problemas en la zona paralela a la línea fronteriza. “Hay fallecidos y desaparecidos”, aceptaba con rostro compungido el presidente Solís.
Aunque la región estaba en alerta roja, los pobladores prefirieron mantenerse en sus casas, hasta que vieron el agua arrasar con árboles, coches o pedazos de puentes o de viviendas. “El pueblo quedó destrozado”, lamentó el alcalde de Upala, Juan Acevedo.
Hasta el mediodía del viernes, las autoridades pedían a la población abandonar el pueblo. En localidades a su alrededor eran visibles los destrozos en caminos, en el tendido eléctrico y en los campos agrícolas.
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