El acuerdo comercial de Ecuador con la Unión Europea será una magnífica oportunidad que tiene el país para diversificar su oferta exportable, sobre todo, en donde se incluyen ya más de trescientos productos que llegan a ese bloque comunitario. Será como un motor para dinamizar la economía ecuatoriana con la apertura de un mercado con más de 500 millones de consumidores. Y será, sin duda, una gran oportunidad para el sector exportador, pese a que ahora el euro está débil y el dólar se encuentra fortalecido.
Esto no solo beneficia al sector exportador, tanto tradicional como no tradicional, sino a toda la economía en su conjunto, porque van a entrar muchos más dólares y eso va a fortalecer el sistema de dolarización y mejorar notablemente el saldo positivo de la balanza de comercial que el país ha registrado en el último corte.
Y también significa un gran ahorro para el país porque sin el acuerdo, y si no se renovaban las preferencias arancelarias, el país debía pagar más de cuatrocientos millones de dólares para entrar en ese mercado por temas de impuestos, tasas, aranceles…
Este acuerdo también implica retos para el sector productivo y el principal es cómo lograr el abaratamiento de costos de producción, un trabajo que debe involucrar al sector privado y al Gobierno.
Es indudable que es necesario mejorar la cadena productiva y se lo puede hacer con economías de escala, con la creación de clústeres competitivos que permitan abaratar costos de tal suerte que si el dólar se sigue apreciando nosotros podamos responder con costos menores para exportar con precios más bajos.
El país ya tiene experiencia en eso cuando comenzó a desarrollar el tema de las zonas francas, aunque eso era más bien un tema de maquilar y exportar, pero puede ser una base para impulsar los clústeres competitivos desarrollados con éxito en Chile, en México…
La estrategia es sencilla. En el agro, por ejemplo, hay una gran cantidad de industrias agrícolas que necesitan urea, esas ya no deberían comprar el producto de forma individual, cada cual por su lado, sino entre todas. El costo baja y la competitividad de esas industrias mejora.
Es una solución sensata, una estrategia que debería adoptar el sector productivo en todas sus cadenas. Eso, claro está, no se va a conseguir en el corto plazo, pero sí en el mediano plazo con el apoyo del Gobierno y con políticas públicas claras.
Otro tema al que es necesario ponerle atención es a la actual merma en cuanto a la importación de bienes de capital, una política del Gobierno como estrategia para el apalancamiento financiero. El acuerdo con Europa debe obligar a dar nuevamente facilidades para que los bienes de capital se puedan importar con el mismo dinamismo anterior.
Las condiciones que ha puesto la Unión Europea en el tema de patentes, fármacos y reaseguros no deberían ser vistas como obstáculos, porque con esta oportunidad la política pública debe ser pro-desarrollo. Es lo mismo que cuando uno va a firmar un contrato de arrendamiento, tiene ciertas garantías que cumplir. Lo mismo ocurre con los acuerdos comerciales, claro que Ecuador debe reclamar un proceso de transición porque es imposible aceptar algo en temas donde no estamos tan preparados.
El Gobierno debe sentarse con los diferentes sectores, ya que con el acuerdo con Europa algunas actividades deben tender a la desaparición, como el tema la piratería, que va en contra de cualquier tema de propiedad intelectual. Y otro asunto sensible para el país es el del sello verde que exige la Unión Europea y que afectará a la cadena de productos tradicionales como el camarón.
Es lógico que en una negociación nunca se va a lograr el cien por ciento de los objetivos planteados, pero si se logran resultados favorables en la mayor parte de los puntos se puede decir que es un acuerdo favorable.
Lo importante ahora es que el tratado se firmó porque no hacerlo hubiera significado una catástrofe para el país, para sus exportaciones, para su comercio exterior… Hay que reconocer que aunque el Gobierno demoró un poco su estrategia funcionó, porque hubo un cambio positivo en la forma de negociar y en las cabezas que llevaron adelante el proceso en estrecha coordinación con el sector productivo. Ese puente entre el Gobierno y la empresa privada fue clave en el éxito del acuerdo alcanzado.
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