El terremoto de 7,8 grados de magnitud que sacudió Ecuador el pasado 16 de abril golpeó a dos provincias, Manabí y Esmeraldas, con un perfil de actividad económica muy parecido. El 53 % de las empresas en Manabí se dedicaba a las ventas al por menor; en Esmeraldas era el 56 %. El 94 % y el 95 %, respectivamente, de los negocios tenían entre uno y nueve empleados. Y alrededor de la mitad generaba como mucho $10 mil al mes de ingresos en ventas.
Esas fuentes de trabajo ahora han quedado reducidas a escombros, apunta diario Expreso.
Según la Secretaría de Gestión de Riesgos en los días posteriores al sismo de 7,8 en la escala de Richter, el comercio en Manabí fue afectado entre un 40 y un 100 %, dependiendo del cantón. Y en Esmeraldas, entre un 5% y un 50 %.
Estas cifras hablan de 3 222 pescadores artesanales damnificados, sin casa, con la angustia de haber perdido a familiares, que salen a pescar en sus lanchas y cuando regresan no tienen dónde vender el resultado de sus capturas.
A eso se suman unos 65 hoteles destruidos o dañados entre las dos provincias, que tienen deudas con las entidades financieras públicas y privadas, y unos empleados contratados a los que ahora no saben qué tarea asignar.
“Si no hay clientes, cómo van a pagar la afiliación al IESS; si no hay hoteles, cómo les van a dar trabajo, y si tienen deudas, cómo van a pagar por despedirlos”, resume Holbach Muñetón, presidente de la Federación de Cámaras de Turismo (Fenecaptur).
El turismo daba empleo hasta el pasado sábado a unas 3 000 personas en las provincias afectadas y entre el 10% y 12% de los negocios de Manabí y Esmeraldas se dedicaban al alojamiento y servicios de comida. En una semana, calcula Muñetón, ya se ha caído en torno al 20% de las reservaciones de turistas internacionales. (I)
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