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¿Lo intentamos o no?

Saudia Levoyer
Universidad Andina Simón Bolívar
jueves, noviembre 13, 2025
El país enfrenta un nuevo ejercicio democrático que va más allá de una simple votación. Decidir entre mantener o cambiar la Constitución implica definir el rumbo político, social y ético del Ecuador. Entre la fe y la incertidumbre, los ciudadanos deberán responder si creen posible —o necesario— volver a intentar un cambio.
Tiempo de lectura: 2 minutos

El domingo próximo los ecuatorianos, una vez más, cumpliremos con la obligación de acudir a las urnas. Hay un referendo y una consulta popular sobre los que deberemos tomar una decisión. Un nuevo ejercicio de fe en la clase política que se nos pide a los más de 13 millones de ecuatorianos que se pronunciarán sobre cuatro temas, uno de ellos, si vale la pena mantener la actual Constitución.

 

A simple vista, especialmente en lo referente al último tema, parecería que se trata de una decisión sencilla, porque estamos diciendo si queremos o no una Asamblea Constituyente. Pero lo que está en juego es la trayectoria política que le queremos dar al país en los próximos años.

 

Me explico: si gana el No significará que no cambiaremos el pacto, el acuerdo social, que está escrito en la actual Carta Magna. Estaremos diciendo que la que tenemos ha sido y es suficiente para atender las diferentes necesidades y los desafíos actuales y futuros del país. Y, si se quiere, que nos sentimos a gusto con lo que tenemos (o hemos construido) desde 2008 a la fecha: cinco poderes del Estado, mayor peso a la parte pública en cuanto a inversión, derechos de todo tipo, entre otros.

 

Si gana el Sí, la respuesta es que hay que cambiar parte o toda la Constitución vigente, lo que enseguida lleva a preguntarse cuál es el proyecto que se quiere impulsar y que afectará la vida de todos en lo político, lo económico, lo social, lo cultural…

 

 

Si Ecuador fuera un país con institucionalidad fuerte, las respuestas las podríamos encontrar rápidamente en los partidos y movimientos políticos, que son los llamados a tener ideas claras y concretas al respecto. Pero eso es pedir demasiado. Por ahora se sabe que ADN, el partido oficialista, dará a conocer su propuesta siempre que gane la idea de llamar a una Constituyente. RC, la bancada de oposición, ha dicho que ellos apoyarán el No y tiene todo el sentido porque ellos son los autores de la Constitución que nos rige desde 2008 y que aspiraban que dure 100 años. La mayoría del resto de sectores políticos ha optado por el silencio.

 

Cualquiera que sea la decisión de este fin de semana, lo que queda en claro es que los ecuatorianos harán un acto de fe en cualquier sentido. Estamos ante la encrucijada de volver a intentar o no un cambio, mientras escuchamos discursos y presenciamos acciones polarizadas y que ratifican que la intención real de un diálogo, de la construcción de un camino más armónico para el país es complicado.

 

La apuesta en la que se nos hace participar es grande y cualquiera sea el resultado, como ciudadanos, no podemos mirar hacia otro lado. Debemos exigir que se atiendan las múltiples necesidades que hay, lo que implica, entre otros, pedir cuentas claras y transparentes frente al manejo del Estado.

Intentar un cambio o quedarnos como estamos no es una pregunta fácil. Pero el desafío está lanzado. Ya veremos qué resultados obtenemos.

 

Artículo publicado en El Comercio, el 11 de noviembre de 2025

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