La dicotomía puede ser utilizada para reflexionar y comprender la realidad de una situación y tomar decisiones informadas y fundamentadas. Me voy a referir a la dicotomía entre la política económica y la social.
En las últimas semanas hemos sido informados de las condiciones positivas, que arrojan resultados halagadores, del comportamiento de la economía. En abril de este año el riesgo país estaba por los 1.908 puntos. Sin embargo, en agosto bajo a 773 puntos, una disminución importante. En parte, puede ser el resultado de una buena gestión pública de la Administración Noboa, la situación político económica y de seguridad y, al mismo tiempo, la mejor percepción de los inversionistas y tenedores de deuda respecto del comportamiento de la economía de Ecuador.
Por otro lado, el PIB experimentó una mejora en la tasa de crecimiento para el primer semestre de 2025, del 3.9% y una interanual a junio 2025, del 2.8%, es decir, hay un crecimiento positivo de la producción, gracias, posiblemente, al gasto de los ecuatorianos que han mantenido y mejorado el consumo (6% al cuarto trimestre de 2024).
Como es de suponer, la administración de gobierno está de plácemes y, por ello, se han abierto alternativas de endeudamiento y reestructuración de la deuda pública. Parecería, por el lado económico, que todo va bien, inclusive con el aumento en el gasto de seguridad. Queremos vivir en paz. Por supuesto, este gasto era mucho menor en años anteriores.
En contraste, la política social no estaría siendo priorizada o gestionada del mismo modo. Como todo hogar, en mi querido país, los ingresos disponibles nos permiten realizar los gastos necesarios. A veces debemos dejar de consumir, otras veces priorizamos el gasto, en otras, buscamos opciones alternativas que no nos compliquen la vida futura. Sacrificamos salud por otras cosas, por ejemplo.
La salud de los ecuatorianos está en riesgo en el corto, mediano y largo plazo. Las autoridades dicen que todo está bien, pero los pacientes y los médicos dicen otra cosa. La salud es primordial, tenemos experiencia previa con la pandemia del Covid, y no podemos permitirnos una situación semejante.
Es entendible que el problema no es de hoy. El sistema de salud ha funcionado corruptamente por muchos años, causando perjuicios a estado, al IESS y a los afiliados. Corregir esta anomalía no es fácil ni rápido, lo comprendemos, pero está creciendo el descontento por los malos servicios de salud, llámese atención regular, hospitalización, dotación de medicamentos, insumos e implementos.
Casi todos los días las redes sociales resaltan la situación compleja de los servicios públicos de salud y es claro que hay un problema. La autoridad dice que el país está abastecido de medicinas en un 85%, los médicos dicen que no, los pacientes sufren la falta de ellas.
Para ejemplificar, les contaré mi experiencia en un centro de salud pública de Quito. Es incoherente al final con lo que dicen las redes sociales. El médico general que me atendió, me recetó medicamentos para mi enfermedad catastrófica. Me entregó la receta para retirar en farmacia del centro de salud. Recibí completa la dosis y firmé un recibo. Sin embargo, cuando solicite al médico general que requería una cita con el traumatólogo para revisar mis pobres rodillas, me indicó que el centro no dispone del médico especialista, pues éste renuncio hace meses porque no contaba con los medicamentos e implementos indispensables para atender adecuadamente a los pacientes. Por tanto, había que contratar un nuevo profesional y que la cita la podría solicitar el próximo año, si es que la decisión es llenar las vacantes. En un caso, positiva experiencia (medicamentos) o suerte, contrastando con las noticias y, en el otro caso (atención médica), totalmente desalentadora.
Como es mi costumbre no solo hay que quejarse sino tratar de proponer soluciones alternativas para que el problema sea más gestionable y claro.
Lo primero es identificar las enfermedades principales que afectan a un buen número de afiliados y las causas de muerte, para asociarlas al tratamiento necesario y determinar los medicamentos indispensables y su disponibilidad en el sistema. Es decir, identificar la demanda de medicamentos para crear la oferta de los mismos, para mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos.
Segundo, incrementar el presupuesto de salud, no gastarlo, que exista la disponibilidad para cuando el gasto sea efectivo.
Tercero, sabemos que el proceso de compras es muy corrupto, por ello hay que reestructurar el sistema o cambiarlo por otro que funcione mejor.
Cuarto, despedir a todos los funcionarios que han sido culpables de corrupción o que no cumplen con eficiencia sus responsabilidades y sustituirlos por profesionales capaces y honestos.
No hay quinto malo. Reflexionar sobre un cambio radical eliminando las compras públicas de medicamentos y, en su defecto, implementar otro mucho más efectivo para los pacientes de los servicios de salud públicos.
La propuesta es la emisión de una tarjeta de crédito de salud. Cada afiliado al sistema de salud pública recibiría una tarjeta que contiene un chip con la información médica del afiliado y una foto actualizada de identificación, para retirar medicamentos recetados por el médico de sistema público. El gobierno no realizaría todas las compras, ni tendría que invertir en logística para el almacenamiento, ni personal, ni seguridad. Tiene que invertir en un nuevo sistema de entrega de medicamentos, entrelazando al IESS (Hospital o centro médico), el mayorista de medicamentos, el sistema de farmacias adscritas y el archivo del paciente.
Cada paciente en su cita médica recibe la receta, si es necesaria. La receta es ingresada al sistema por el médico tratante y el paciente al acercarse a una farmacia, entrega la misma, recibe los medicamentos, firma un recibo y listo. El paciente se va cantando y bailando, con sus medicinas. En caso de hospitalización y procedimientos quirúrgicos, el hospital emite un certificado a un pariente del enfermo y puede retirar los medicamentos, en su caso. Los hospitales adquirirían medicamentos, insumo e implementos quirúrgicos.
La farmacia, de conformidad con el acuerdo logrado, archiva el recibo firmado para solicitar periódicamente, a la autoridad nominada, el reintegro de los valores. La autoridad nominada cruza la información de la farmacia, del centro de salud u hospital y el presupuesto, y procede a reintegrar periódicamente los valores a las farmacias.
Para que esta propuesta funcione, se requeriría: 1) Difundir los resultados de la investigación de las enfermedades principales y el tratamiento pertinente; 2) Acuerdo de caballeros entre el gobierno, el IESS, los importadores de medicamentos, los mayoristas y las farmacias, para: asegurar la dotación efectiva; el precio razonable (Consejo de fijación de precios de Medicamentos) que garantice una rentabilidad para cubrir las inversiones; la disponibilidad física de las farmacias en territorio; y el pago oportuno acordado para que el gobierno no caiga en mora con las farmacias; 3) Presupuesto de medicamentos aprobado; 4) Sistema digital de compras de medicamentos enlazado con las partes intervinientes; y 5) Emisión de las tarjetas de crédito de salud, personal e intransferible. La primera es otorgada por el IESS, las siguientes tendrán costo real para el afiliado que la daño o la perdió.
Con este sistema, la Administración de gobierno evita significativamente la corrupción, el dispendio de los recursos públicos, concentra los servicios médicos públicos, asegura la existencia de los medicamentos en las farmacias en territorio, y mejora la calidad de vida de los ciudadanos. Al dejar de comprar se generarían ahorros importantes.
Saalud!!!
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Querido Pablo, definitivamente el asunto salud es un problema complejo, de muchas aristas, y que curiosamente requiere un enfoque integrador.
Hay varios puntos:
* el problema de atención de la salud es uno solo, pero tiene en nuestro país 2 caminos separados, uno es la Salud Pública, abordado por el Ministerio de Salud Pública, que tiene una perspectiva que debe abarcar todo el país, regiones, grupos etareos y patologias, y otro es el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, que aborda EXCLUSIVAMENTE, o así debería serlo, a los afiliados aportantes (incluye por aspectos políticos de algún momento al Seguro Social Campesino, y a los hijos menores de 18 años de los afiliados), que deberían ser cubiertos por los sistemas de salud generales del estado.
No puede ni debe hacerse qué el IESS cubra la salud de personas no aportantes, no alcanza la plata, el estado debería cubrir esto.
Como tu bien dices y reconoces, la política, la economia, y sin resentimientos, los economistas, van por caminos diferentes a la salud. La actual Torre de Babel por la comunicación.
Un problema importante no es solo la disponibilidad de medicamentos (recetas), sino la organización médica general, con exceso de medicos generales (que en último término se dedican a cualquiera actividad economica diferente), y un déficit en prevención, en medicos especialistas, en áreas de servicio (hospitales, rehabilitacion, laboratorios, personal auxiliar, alimentación, seguridad, servicios complementarios) de lo que me acuerdo.
Comparto con algunas de tus propuestas de solución, te uebdo en cuenta estas aclaraciones.
Otro problema seria encontrar personas que tengan ética, palabra, y que sepan mantenerla, sin ahogarse en los mares de la política. Aquí se hace una ley, y al rato se encuentran 10 caminos para hacer el by-pass usando términos actuales.
Afectuosos saludos.
Jose Mosquera
Muy buena idea, así tendremos nuestra salud reflecta y que la xorrupcion se desaparezca