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Resiliencia emprendedora en Ecuador: entre la adversidad y la esperanza

domingo, agosto 31, 2025
Por: Diana Espinoza Torres
Tiempo de lectura: 3 minutos

A lo largo de los últimos años, Ecuador ha enfrentado una serie de desafíos estructurales dentro del país, así como choques externos, que han puesto a prueba la fortaleza de su ecosistema emprendedor.  Desafíos que han enfrentado los emprendedores como la pandemia de COVID-19, acceso limitado al financiamiento, obstáculos burocráticos, infraestructura tecnológica inadecuada y restricciones regulatorias. A estos desafíos se suma un contexto de inseguridad, gran parte de empresarios perciben a la extorsión como uno de los principales problemas de inseguridad de los negocios. Sin embargo, el emprendimiento ha demostrado ser uno de los pilares más resilientes del país, obligando a los emprendedores a desarrollar estrategias de supervivencia y adaptación que van más allá de los desafíos tradicionales del mundo empresarial.

 

Según el Informe GEM Ecuador 2024-2025, nuestro país presenta una Tasa de Actividad Emprendedora Temprana (TEA) del 33.37%, manteniéndose como uno de los países con mayor dinamismo emprendedor en la región. Aunque esto representa una leve disminución respecto al 36.2% reportado en el GEM 2019/2020, sigue siendo un valor destacado por encima del promedio latinoamericano (20.45%) (Espinosa et al., 2025).

 

Esta reducción de la TEA debe entenderse en un contexto más amplio. En 2019, el entorno económico ya era complicado: bajo crecimiento del PIB, déficit fiscal, y protestas sociales fueron parte del clima nacional. Aun así, se registraba un notable 53% de intención de emprender. En 2024, este indicador disminuyó al 37.73%, esto debido a los efectos post pandemia, la inseguridad y la falta de confianza en el futuro económico y político del país.

 

Pese a lo anterior, una variable destacable en este análisis comparativo de los indicadores publicados por el GEM es la persistencia del espíritu emprendedor, incluso después del fracaso. En 2024, el 53.96% de quienes cerraron un negocio planean volver a iniciar un negocio en un futuro próximo, lo que evidencia una clara señal de resiliencia en el ecosistema emprendedor nacional. En 2019, aunque también se evidenciaba una elevada tasa de salida de negocios (9.3%) una de las mayores de la región, las razones principales como los problemas personales (32.7%) o la falta de rentabilidad (25.2%) se han mantenido en el tiempo, develando desafíos estructurales que aún persisten.

 

Otro aspecto interesante es la evolución del apoyo institucional en el Ecuador. En el año 2019, se estaba discutiendo la Ley Orgánica de Emprendimiento e Innovación para luego ser aprobada y aplicada a partir del 2020. Actualmente, luego de cinco años, se comienzan a ver los efectos, ya que Ecuador lidera en la región en emprendimientos patrocinados con el 15.41% es decir que los emprendimientos están recibiendo apoyo en financiamiento para iniciar sus actividades, frente al 7.3% del 2019. Esta evolución sugiere que los programas aplicados, el trabajo conjunto entre el sector público y privado y las nuevas opciones de financiación están empezando a generar resultados alentadores.

 

Sin embargo, existen desafíos importantes como la percepción del miedo al fracaso que sigue siendo alta (39.93%), y las brechas de género en el emprendimiento no han sido completamente cerradas. Aunque las mujeres tienen niveles similares de intención emprendedora, enfrentan mayores barreras emocionales, financieras y de acceso al mercado.

 

Otro aspecto sustancial para considerar es la educación. El informe GEM 2024 evidencia que la educación emprendedora en Ecuador presenta ligeros avances, especialmente en el ámbito universitario, pero aún muestra debilidades en el nivel escolar, con una puntuación del 3.38 sobre 10, mientras que la educación universitaria alcanza 4.35 puntos. Estas cifras reflejan que las instituciones de educación básica y media continúan sin fomentar de manera efectiva competencias clave como la creatividad, el liderazgo o la resolución de problemas, todas ellas pilares para una mentalidad resiliente y emprendedora.

 

La resiliencia del emprendedor ecuatoriano reflejada en su capacidad de iniciar negocios pese a limitaciones no debería depender exclusivamente del instinto de supervivencia o la necesidad, sino ser cultivada desde la formación temprana. Un sistema educativo que fortalezca habilidades blandas y pensamiento crítico desde la escuela puede transformar esa resiliencia espontánea en resiliencia estratégica, capaz de adaptarse, innovar y construir oportunidades sostenibles y escalables. Por ello, fortalecer el perfil del emprendedor ecuatoriano no se logra solo fomentando más emprendimientos, sino transformando la manera en que los formamos, mediante un esfuerzo integral que articule a todos los actores del ecosistema emprendedor nacional.

 

En conclusión, la resiliencia en Ecuador no es un fenómeno circunstancial, sino una constante en su cultura emprendedora. Los emprendedores ecuatorianos demuestran que, en Ecuador, fracasar no significa rendirse, sino aprender y volver a empezar. Si bien los indicadores y las condiciones del entorno pueden variar, la vocación emprendedora del Ecuador permanece. Apostar por políticas más inclusivas, financiamiento accesible y formación de calidad es clave para que esa resiliencia se convierta en éxito sostenible.

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