El negocio más floreciente entre los jóvenes y adultos es el fitness, el servicio de gimnasio para mejorar y mantener condiciones físicas, superar y rehabilitar lesiones, adelgazar y controlar nutricionalmente el crecimiento de la persona, no solo en el ámbito físico, sino también en el psicológico y emocional, para sentirse mejor como ser humano.
La gran mayoría de ciudades de nuestro país cuenta con este servicio, ya sea de franquicias internacionales, nacionales o locales, dotadas de tecnología moderna y equipamiento personal para su práctica. Algunas incluyen también actividades al aire libre y en comunidades. Es decir, se puede encontrar, con cierta facilidad, un gimnasio que se acomode al presupuesto, preferencia, ubicación y mejor horario para su práctica. Existe buena oferta para la demanda de fitness.
Esta industria está creciendo a nivel mundial (12%) y en Ecuador no se queda atrás (5%), gracias a los jóvenes milenials que han modificado el patrón de consumo, orientándose a invertir en salud y bienestar. Por ello, gastan en servicios de fitness. Un buen número de baby boomers se han motivado también para practicar esta nueva tendencia saludable.
Aparentemente, los factores más importantes para este cambio son: aumento en la conciencia sobre la salud personal; sobre nutrición y no solo alimentación; nuevas formas de vida, relacionamiento personal y grupal; y, bienestar emocional.
Ante lo expuesto, se puede generalizar que los ecuatorianos, por su demanda de servicios fitness, quieren estar más sanos, alimentarse bien, verse cómodos, ser más productivos y aumentar su autoestima.
Si esta aseveración es cierta, el entorno en el que nos desenvolvemos todos debería ser el propicio para alcanzar de forma efectiva esos propósitos. Nunca he visto a una persona subida de libritas dirigiendo una actividad de fitness. Todos los entrenadores, coachees o asistentes son personas que hacen publicidad al servicio y a la franquicia, creando un ambiente muy fitness.
Me gusta mucho hacer fábulas entre la situación actual y la que debería ser o la que podría ser. Por ello, sobre la base del deseo personal y su demanda de servicios fitness, desarrollaría lo que debería hacer el estado para tener buena salud (equilibrio de las finanzas públicas), alimentarse bien (estructura tributaria que incentive el pago y priorizar el gasto), fortalecer la institucionalidad pública (nuevo rol acorde con la realidad), desarrollar músculo (corresponsabilidad con la iniciativa privada en inversión y operación de servicios públicos), y autoestima (rendimiento de cuentas y logros). Es decir, si los ciudadanos están en modo fitness, el estado debería reducir la panza, ganar musculatura, agilidad y autoestima, para beneficio de todos.
En términos de política económica, es lo mismo que reducir el tamaño del estado. No solo achicar la nómina sino también redefinir el rol del Estado y sus diversas entidades, aplicando cualquier mecanismo idóneo como fusión, eliminación, reorganización o reorientación, para disminuir la nómina de forma ordenada.
Empezando por la estructura, el santo grial del fitness público es el nuevo rol del Estado. ¿Cuál es el estado o sector público que se necesita para el futuro? ¿Qué actividades son importantes y cuáles no? ¿Cómo delegar a la iniciativa privada alguna de ellas? ¿Cómo coinvertir en la prestación de servicios públicos? Es un proceso complejo, pero necesario, para que la inversión resulte productiva para el país.
El punto de partida es la definición del nuevo rol, un rol Normador (definir de políticas públicas efectivas), Regulador (establecer las condiciones mínimas en la prestación de servicios) y Controlador (cuidar que el estado y los ciudadanos no sean afectados por malas prácticas). Dejar a un lado las tareas productivas y promover la participación privada bajo normas específicas, precautelando la institucionalidad y dotando de los recursos técnicos, financieros y humanos a las entidades para el mejor desarrollo de sus nuevas actividades.
Recuerdo cuando se aplicó la modernización del Puerto de Guayaquil, 1995. Fue un proceso de reducción del tamaño de esta entidad. La Autoridad Portuaria contaba con 3.000 empleados, disponía de almacenes de repuestos de autos dentro de puerto y se tomaban más de 150 días en liquidar una operación de importación. Esto, obviamente, fomentaba todo tipo de actividades ilícitas, como era de conocimiento público.
Desde el CONAM se redefinió el rol de la Autoridad Portuaria y su nuevo modelo de gestión. Se contrató el desarrollo de un sistema automatizado gerencial de puertos y la necesidad de equipos tecnológicos de apoyo. Con toda esta información se definieron los criterios profesionales para los recursos humanos indispensables (formación, experiencia y competencias) y se procedió a evaluar al personal que cumplía y al que no. Finalmente, se deslindó a todos aquellos funcionarios que no reunieran las condiciones y se los indemnizó como la ley establecía. Este proceso significó la reducción de 2.900 funcionarios. El nuevo modelo de gestión automatizado solo requería de 100. Los resultados fueron muy positivos: alta productividad, la liquidación de una importación tomaba entre 3 y 5 días, los recursos financieros fluían adecuadamente en la entidad, lo que permitía el pago de las indemnizaciones, además del mantenimiento e inversión oportuna en equipamiento para operar el puerto. Al cabo de pocos años el puerto fue concesionado a la iniciativa privada, lo que mejoró sustancialmente el servicio, hasta la presente fecha. Se cambió el rol de la Autoridad Portuaria, de operador a normador, regulador y controlador.
El fitness público es indispensable, partiendo del nuevo rol de los estados para enfrentar los grandes desafíos del siglo XXI: proveer servicios públicos con calidad y oportunidad; gestionar las finanzas públicas con eficiencia y productividad; promover la corresponsabilidad honesta público-privada en la inversión, operación y mantenimiento de servicios públicos; mejorar el bienestar de la sociedad en su conjunto, incluyendo la comunidad migrante; y cooperar fuertemente en la conservación de los recursos naturales y su explotación irracional.
En este 2025, la administración Noboa ha iniciado el modo fitness del estado. Analicemos. Con las nuevas normas (Leyes de Emergencia Económica) está intentando redireccionar el rol de algunas entidades. Ha emprendido un proceso de fusión entre entidades con roles similares. Inició un proceso de despidos masivos de funcionarios (5.000 hasta ahora). Pero, una reforma constitucional para redefinir el nuevo rol de estado se realizaría a fines de año. Creo que, con la información disponible, el orden está equivocado o puede generar resultados adversos, como desinformación, desorden, desempleo, informalidad, entre otros.
Si bien es cierto que el gobierno está buscando el modo fitness, podría hacerlo de forma planificada. Queremos un estado fuerte, no con panza, con una institucionalidad fortalecida, entidades rehabilitadas en su capacidad técnica y operativa, con músculo financiero para implementar políticas públicas en el sector social y desarrollar relaciones duraderas con las organizaciones de la sociedad civil. Y que todo esto nos permita contar con una comunidad que sepa convivir y compartir.
Sí es posible adelgazar y fortalecer la capacidad operativa, pero con un norte claro, con tecnología e innovación. Los ecuatorianos, en su modo de vida, lo están haciendo. ¿Por qué no el estado, en su gestión?
Sí es posible, pero de forma ordenada, para que no haya vuelta atrás, como en el Puerto de Guayaquil.
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