Para ser político hay que ser un Mujica

viernes, mayo 16, 2025

José Mujica no fue solo un presidente, fue un testimonio viviente de coherencia y dignidad política. En este artículo, Pablo De la Torre le rinde homenaje a su legado, a sus ideas y a su ejemplo, señalando que la política auténtica no se ejerce desde la comodidad del poder, sino desde la lucha por la felicidad colectiva. Mujica parte, pero deja la pelota en nuestra cancha.

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En julio de 2021 se publicó en el portal Dialoguemos un artículo de mi autoría, titulado “El último de los Mujicas”, en referencia al único político latinoamericano que luchó al frente, poniendo el pecho a las balas, en contra de la injusticia. Los catorce años en prisión, soportando toda clase de vejaciones y maltratos, según sus palabras, le enseñaron a entender y, luego, a comprender que el mundo necesitaba de humanistas convencidos para intentar cambiar el rumbo de la sociedad mundial.

“Creo que Pepe Mujica, presidente de Uruguay de 2010 a 2015, es el último de esos políticos latinoamericanos buenos, de los que piensan en la gente, en las personas, en lo que necesitan para satisfacer sus imperiosas necesidades humanas.  Es que su trayectoria le formó, le enseño la vida, le cambio para mejor, comprendió la realidad en la que nos desenvolvemos y, más que nada, lo que debemos hacer”.

Luego de ochenta y nueve años nos deja con tantas enseñanzas que podría decir que será inmortal. Su visión sobre la política y cómo los políticos deberían luchar por la sociedad, se refleja en una de sus muy conocidas frases. “Los que hacemos política de vocación es porque nos gusta, no porque nos mandan o nos convenga. Está todo eso entreverado. Hay gente que lo único que está buscando es acomodarse para trabajar poco”.

Pero quedamos en deuda con Pepe Mujica porque nos demoramos en iniciar el cambio para mejorar, para poner en práctica sus ideas de que “la política es la lucha por la felicidad de todos”.

Se han escrito muchos pensamientos sobre su desarrollo político, su administración presidencial en Uruguay, su condena y su vida como guerrillero, pero los políticos no han escrito ni una sola frase sobre las enseñanzas o lo que aprendieron del único político convencido de que su accionar se debía a toda la sociedad.

Ya sancionó a esos politiqueros que se aprovechan del pueblo, se provechan de los vulnerables para conseguir sus votos y así mantenerse en el poder. Ya los sancionó al decir que “la economía sucia, el narcotráfico, la estafa, el fraude y la corrupción son plagas contemporáneas cobijadas por es antivalor, ese que sostiene que somos más felices si nos enriquecemos sea como sea”.

No son políticos de verdad, son usurpadores de las esperanzas de los pueblos, especialmente de aquellos que no son atendidos por los gobiernos populistas de derecha o de izquierda, ciegos del poder.

A nombre mío y de quienes sé que piensan de forma similar, pido disculpas a José Mujica, por no haber avanzado en el camino del aprendizaje para ser verdaderos políticos que luchan por el pueblo.

Le quedamos debiendo, como dice el dicho popular, intentaremos mover a la gente para aprender a convivir, a compartir, para ser mejores, para ser buenos.

Que en paz descanse, se lo tiene bien merecido, la pelota está en nuestra cancha.