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La sostenibilidad de la DOLARIZACION va más allá de enmiendas constitucionales

Wilson Araque
Universidad Andina Simón Bolívar
miércoles, marzo 5, 2025
La dolarización, como se puede apreciar, no se sostiene por decreto y/o con cambios constitucionales apurados y cobijados por intereses políticos ocultos que, más que sinceridad en el fortalecimiento del modelo monetario que actualmente está vigente en el Ecuador, lo que parecería se está buscando es un baño de confusión para conseguir apoyo de los votantes en las elecciones del próximo 13 de abril
Tiempo de lectura: 4 minutos

 

Para que la dolarización se mantenga en el tiempo –se debe ser directo y claro, sin rodeos y engaños basados en cálculos políticos-, el requisito fundamental es que, al interior de economía ecuatoriana, existan dólares circulando; ya que, si no existen dólares, por más marchas que hagan los 18 millones de ecuatorianos -pidiendo a gritos y exigiendo a la fuerza- que se mantenga el modelo monetario de la dolarización, simplemente, este se caerá y no se podrá mantener en el tiempo.

Por lo tanto, más que enmiendas constitucionales -en donde se busque reconocer al dólar como moneda oficial que, siendo realistas, sigue siendo una moneda que nos es propia y, que, por lo tanto, limita su libre impresión-, lo que se necesita es crear el escenario económico para que los dólares vengan al Ecuador, principalmente, de dos fuentes idóneas: el incremento de las exportaciones de bienes y servicios y la atracción significativa de la inversión, sobre todo, de origen extranjero.

Y, para ello, es necesario trabajar en dos frentes; el uno relacionado a la mejora de la competitividad del tejido productivo nacional buscando su potenciamiento exportador y, el otro, para atraer inversión, resulta clave el fortalecimiento de la seguridad jurídica, la reingeniería de la institucionalidad nacional y, también, la transformación de una tramitología que, ante todo, sea amigable, rápida y sólida en términos de la promoción de la eficiencia y la protección que ahuyente a la corrupción.

Entonces, pensando en las elecciones de abril 2025, los candidatos deben ser directos, claros y honestos al momento de expresar su opinión sobre lo que buscan hacer con el verdadero fortalecimiento del modelo monetario de la dolarización que, luego de más de 25 años, ha demostrado ser un medio para dar certezas y estabilidad a una economía que, durante ese tiempo, gracias al dólar, ha soportado -con signos de continuidad en la estabilidad económica- caídas de gobiernos, desastres naturales, escándalos políticos, crisis originadas en el extranjero, pandemia del covid-19, apagones intensos, inseguridad galopante y toda la debilidad institucional. Es decir, ha demostrado ser un modelo monetario a prueba de fuego y de las todas amenazas que, desde el propio Ecuador y el entorno global, han ido surgiendo durante esas más de dos décadas de su vigencia.

De ahí, considerando el escenario de fortalecimiento de la dolarización -hacia donde debería apuntar cualquiera sea el gobierno de turno-, por citar un  ejemplo, es importante dar atención prioritaria al sector financiero, ya que, desde la visión pragmática, ese es uno de los pilares vitales para sostener la dolarización; siendo, para ello, necesaria la solidez de los organismos de control financiero y, también, el cuidado que se debe tener al momento de definir acciones de política económica que, muchas veces, más que fortalecer al sector financiero, se lo termina debilitando bajo la premisa de que es el sector que solo está ganando dinero de forma desmedida; cuando, si realmente se busca sostener con acciones técnicas y no políticas a la dolarización, hay que cuidarlo.

En lo que respecta al incremento de las exportaciones -como otro ejemplo sobre los espacios para fortalecer a la dolarización- además de firmar acuerdos comerciales es urgente que, como el otro lado de la moneda pro generación de dólares vía venta de productos en el extranjero, se trabaje en la creación de servicios financieros y no financieros que ayuden a mejorar la calidad, productividad e innovación con énfasis en las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME) y los actores de la economía popular y solidaria (EPS) que, para poder exportar, necesitan de esos apoyos y, así, los beneficios de los acuerdos comerciales además de ayudar al ingreso de dólares para fortalecer la dolarización permitirán que, desde la óptica inclusiva, el beneficio se reparta de forma más equitativa entre empresas y organizaciones de todo tipo y tamaño que, pensando en el funcionamiento de los encadenamientos de producción y comercialización, son los actores directos.

También, desde lo técnico y no del populismo político, otro ámbito que debe ser cuidado es la gestión eficiente de las reservas internacionales que, por su composición, no son de libre propiedad y disposición del Estado y, más bien, son esos recursos que contribuyen a garantizar la disponibilidad y respaldo de dólares para cumplir, sin contratiempos, con las obligaciones financieras y comerciales del país con el mundo exterior.

En definitiva, la dolarización, como se puede apreciar, no se sostiene por decreto y/o con cambios constitucionales apurados y cobijados por intereses políticos ocultos que, más que sinceridad en el fortalecimiento del modelo monetario que actualmente está vigente en el Ecuador, lo que parecería se está buscando es un baño de confusión para conseguir apoyo de los votantes en las elecciones del próximo 13 de abril; ya que, debe quedar claro, primero, durante más de 25 años -sin ese cambio constitucional de última hora- la dolarización ha funcionado y se ha mantenido dando estabilidad a la economía desde lo monetario y, segundo, a pesar de que, en el papel, se vaya a decir que el dólar es la moneda oficial ecuatoriana; esta seguirá siendo “no propia”; con lo cual, permanecerá vigente el limite a la libertad para emitir billetes y al uso de instrumentos de política monetaria que, por lo general, los gobiernos populistas siempre extrañan para, irresponsablemente -con el afán de contentar de forma engañosa a un pueblo lleno de necesidades-, introducir dinero a la economía sin el respaldo productivo y, así, disparar la inflación que, como el peor de los impuestos, termina afectando, principalmente, a las personas y familias de menores recursos económicos.

 

 

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