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Partiendo desde Puerto Cuyabeno se navegan 25 kilómetros al este de Putumayo, hasta que un estrecho flanqueado por ramas gruesas y retorcidas, marca la entrada al humedal Laguna Grande.
Aquí las aguas cambian tornándose oscuras, un fenómeno causado por la descomposición de hojas que caen desde bloques de árboles.
El humedal forma parte de la reserva Cuyabeno, en Sucumbíos, y es el más grande de la Amazonía, de ahí su nombre.
Árboles mágicos en Laguna Grande
El aleteo de las aves es incesante. La garza tigre, con tonos amarillo oscuro, café y rayas negras, se asoma buscando sardinas y pikalones.
La garza cocoi, de alas amplias, es conocida como la más grande de Sudamérica.
Desde lo alto, se distingue un paisaje de islotes y árboles que sobresalen parcialmente del agua. En este ecosistema denominado bosque inundado, el agua permanece durante al menos nueve meses al año.
Los macrolobión, de hasta siete metros, forman un corredor que huele a tierra húmeda. En sus troncos anidan orquídeas cataleya y en sus cavidades es posible encontrar anacondas.
“Son árboles que como que salen del agua. Son ecosistemas pequeños porque tienen plantas epifitas, orquídeas, bromelias, insectos, ranas, serpientes”, contó Luis Borbor, de la reserva Cuyabeno.
La fauna de la Laguna Grande
Un kilómetro hacia el norte de laguna grande, los delfines rosados suelen aparecer durante la mañana; nadan con movimientos rápidos. Apenas muestran el brillo de sus lomos y el arco de sus colas. Los 14 guardaparques han identificado al menos 26 delfines.
Sus aguas tienen en promedio de 3,5 metros de profundidad, pero entre mayo y julio, con el incremento de las lluvias, pueden alcanzar hasta siete metros. Las surte el río hormiga del cantón Putumayo.
El clima cálido, entre 17 y 33 grados, favorece el desarrollo de las plantas camucamu, que extienden sus ramales hacia el corazón del humedal, entrelazándose con arbustos de wituk, cuyos frutos liberan un jugo azul oscuro.
En sus copas, los hoatzines, aves de cresta prominente, construyen sus nidos. Y entre aquellos troncos desprendidos, el pato aguja extiende sus alas para secarse. 518 especies de aves han sido censadas.
Hacia los costados del complejo predominan los árboles de guambula. En sus ramas se mueven alrededor de 100 monos barizos. Las crías permanecen aferradas a las espaldas de sus madres, mientras los machos recorren las copas buscando frutas y hojas tiernas.
Al caer la tarde, empiezan a deslizarse las tortugas charapas. Y el sonido de los saltamontes y ranas cobra protagonismo.
El paisaje nocturno de Laguna Grande
A medida que el sol desciende, el cielo se pinta de colores más intensos que se reflejan en el agua. Al fondo, las siluetas de los árboles perfilan el paisaje del humedal.
A las 19:00, cuando la oscuridad lo envuelve todo, hay que ser más sigiloso. Solo la luz de una linterna revela al caimán negro, el más grande de la reserva, y al caimán de anteojos.
Apenas visible entre las ramas, una boa arbórea, conocida también como perezosa, se desliza en busca de aves dormidas.
Los recorridos nocturnos en laguna grande solo pueden realizarse en la zona céntrica. 400 habitantes de la comunidad Siona, asentada en las riberas, junto a los guardaparques vigilan que se realicen sin perturbar el ecosistema.
Ya casi a medianoche, en otra zona, una rana arborícola se camufla entre las ramas, su piel marrón imita perfectamente la corteza de un árbol. Sus ojos verdes reflejan la luz de la luna que ilumina el humedal de laguna grande, reconocido como uno de los rincones más biodiversos del mundo.
Texto original de Ecuavisa
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